sábado, 18 de mayo de 2013
Hoy es uno de esos de esos días que me recuerdan por qué no quiero estar en Esocia. Ayer era todo felicidad y calor. Aunque tuviera que pasarme todo el día estudiando, bastaba con mirar por la ventana para ver las montañas verdes, el color de las flores, las gaviotas -las únicas nubes blancas sobre el cielo azul- las familias con niños, las barbacoas en los Meadows...
Me reencontré con personas que hacía tiempo no veía. Todos mis planes llegaron a buen puerto... incluso la noche era agradable, con tan solo una suave brisa primaveral.
Pero esta mañana me desperté, y no por los rayos de sol -inexistentes- sino por la obligación que el estudio impone. Fuera, el cielo no podía estar más negro, a una centésima de tono de la noche. Arthur Seat y los Pentlands -mis compañeros favoritos en estos días de soledad sobre los libros- han desaparecido tras la niebla. Solo hay lluvia, viento y frío.
Es un día triste. Y yo estoy cansada de estudiar. Bueno. Quizá mejore. Tal vez.
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