martes, 30 de agosto de 2011




And I love her so much. Encontrar un buen consejo es como encontrarse un billete de quinientos euros en la calle: el sueño dorado de muchos, el consuelo de algunos, el falso anhelo de pocos y la suerte (la increíble y milagrosa suerte) de muy, muy pocos. Porque muchas veces, al querer responder ante una duda, simplemente decimos lo que nos han enseñado, lo que está bien o mal, o mejor aún, lo que nosotros mismos haríamos en esa situación.

Es una pena que el mundo no esté hecho a nuestra medida...

Pero ella los tiene, los buenos consejos. No son largos discursos ni elaborados razonamientos. Simplemente una palabra, dos frases, momentos breves, de lucidez mía, en los que comprendo el mundo a través de otros ojos, en los que la realidad cambia y se muestra ante mí de una manera que yo no habría soñado.

Palabras que tejen puentes, que deshacen nudos.

Y yo la alabo, le digo lo mucho que me ayuda, y ella me manda callar a gritos, avergonzada, quién sabe.

Esta chica es muy rara.

Pero da buenos consejos.

lunes, 29 de agosto de 2011



No hagas eso, te quita años de vida... tal vicio, tal costumbre, te quita veinte, diez, tres, la mitad misma, ¿quién sabe cuantos? 

Años. Como si pudieran almacenarse, cuidadosamente catalogados, como las monedas, sellos, meros artículos coleccionables. Años. Pueden ser un lento discurrir, como el sol que lame la piel hasta quemarla y deshacerla. Una eterna angustia disfrazada de hastío. 

Muchos años pueden ser como la fruta que el avaro almacena en la despensa. Toneladas y toneladas de peras, manzanas y dulces uvas. No se da cuenta de que se van pudriendo, poco a poco, que la piel se ennegrece y agrieta dejando escapar un flujo amarillento; que sus formas empequeñecen antes de morir. Que lo que antes fue néctar de vida pura ahora no es más que un montón de deshechos podridos que se mezclan entre ellos, atrayendo moscas y toda clase de carroñeros que regocijan en su intensa peste y se alimentan de su descomposición.

Años. ¿Quién quiere años? Yo busco solo un instante, un segundo preciso y eterno, un momento que de sentido a todas y cada una de las acciones que he llevado a cabo en el tiempo restante. Y cuando llegue, todos los años del mundo serán polvo y ceniza, y mi aliento podrá desvanecerse en vuestro aire.

Hasta entonces, ningún fin es aún pensable.

domingo, 28 de agosto de 2011



Nunca me he llevado especialmente bien con mi progenitor. Creo que ambos deseamos la misma cosa, lo cual nos convierte en competidores directos. Además, demasiadas veces nos han comparado de forma denigrante. En un mundo de mujeres, parecerte a él, quizá no sea lo más adecuado, menos aún cuando se utiliza para recalcar los defectos o buscarles una explicación.

Y luego te piden que le tengas respeto. Como si fuera tan fácil. Cuando ni siquiera te habla (no de esa manera que implica la verdadera comunicación) y menos aún, te escucha.

Por supuesto, hay afecto, muestras torpes, casi instintivas y, para alivio de ambos, muy puntuales.

Sin embargo, hoy, siento que quiero preguntarle algo. Porque sé que eres el único que conoce la respuesta.

viernes, 26 de agosto de 2011




How to say that without say a word? Sometimes I feel really helpless, especially when I'm trying to speak my mind. I don't know why but in those horribles moments I discover words as weak and useless forms. Because they are inable to hold my thoughts, my feelings. So I prefer to keep the silence, since silence can be one of the most beautiful and desirable things in this chaotic world. But, anyway, I keep feeling a kind of disquiet. I can appreciate silence, but do people around me think the same? Do they feel in the same way as me? Of course not.

But, why do words seem to separete me from them instead of uniting?

I'll never know.

Anyway, my only chance is to try making facts speaking for me.

Could they do?

martes, 23 de agosto de 2011




...la deliciosa amabilidad inglesa en forma de bolsitas de té y azúcares varios (y café para los herejes, porque por mucho que se empeñen los regios señores del parlamento Londres no es aún el casto Paraíso...)

sábado, 20 de agosto de 2011

miércoles, 17 de agosto de 2011



No soy mis progenitores, no soy el colegio al que fui ni los profesores que me enseñaron, no soy las amigas de primaria, de secundaria, de bachillerato ni las de japonés ahora en la universidad. No soy los compañeros de rol, no soy los amigos más o menos íntimos que creen conocerme, no soy  mis familiares ni soy la ropa que visto, no soy los libros que leo ni las películas de las que disfruto, ni siquiera soy los lugares a los que viajo o las tiendas en las que compro. Ni la comida que como.

Puedo asumir roles, como todos vosotros, pero encasillarme con ellos sería como decir de vosotros que solo sois hijos. O hermanos. O amantes. O amigos. O familiares. O conocidos. O alumnos. O profesores. O enemigos acérrimos. O consumidores.

Un obra de un solo papel monocromo y sin variación posible no merece ser vista más del primer minuto. Ni interpretada más allá de los treinta segundos...


Con lo que, no me juzguéis de tal manera simplemente por tener una madre inglesa pero haber ido al liceo francés porque en el British ya no quedaban plazas. 

Una relación limpia se comienza como un folio vacío, estimulante, llamativo y desafiante: todo está aún por escribir.

domingo, 14 de agosto de 2011

                                                 

Manipular, el verdadero significado de la palabra es tan escurridizo como una serpiente deslizándose por las pestilentes aguas de un pantano. E igual de venenoso.

Que me gusta mucho el cine no es ningún secreto, y aunque esto no vaya a ser ninguna crítica formal, si es un comentario sobre una película que refrescó una de muchas calurosas tardes de verano.


La historia que nos presenta esta película es, a grandes rasgos, la de una joven y carismática maestra que da clases de natación a un grupo de chicas internas en una elitista escuela inglesa. Eva Green, actriz a la que el estilo años veinte sienta pero que muy bien, interpreta de manera muy convincente a este personaje lleno de matices, algunos de los cuales son  tan deliciosos como inesperados.


Entre el variopinto grupo de jóvenes alumnas, (no muy encantadas con haber sido excluidas por sus progenitores del verdadero mundo real al ser relegadas a los húmedos encantos de la campiña inglesa) se puede ver un honesto y crudo reflejo del carácter femenino adolescente.


Entre estas jóvenes y prometedoras señoritas (amén que guapas, la verdad es que la única pega de la película es que no muestra los desencantos de la adolescencia) destaca Juno Temple, que interpreta a la cabecilla del grupo, un personaje que va más allá del simple estereotipo según avanza la historia.


Por otro lado tenemos a María Valverde, que da vida a la alumna, casualmente española, que se incorpora durante la historia al internado, dando lugar, como bien se pueden prever mis lectores, a diversos conflictos. 

¿Por qué verla? Bueno, si a alguien le ha interesado el primer párrafo de mi blog, para poder sumarse a la reflexión que en él se expone, al tiempo que saborear el significado de esa palabra. También porque los personajes están muy bien definidos sin caer en lo obvio. Y, finalmente, para alegrarnos de tener unos padres lo suficientemente humanos para no habernos abandonado en semejante cárcel (eso sí, muy elegante) que también puede llamarse colegio-internado. Y sí aún os quedan dudas, ¿por qué no ver el trailer? Aún queda mucho verano...








jueves, 11 de agosto de 2011



Podemos odiarlas cuando nos rechazan, aborrecer su mal genio o sus comentarios poco afortunados, detestar la manera en la que intentan inculcarnos sus valores, asustarnos cuando vemos en nosotras algún rasgo suyo, despreciarlas por haber tomado la decisión equivocada, pero...

Hay algo que no me negaréis, y es que, ¿hay algo más reconfortante en este mundo que el beso de una madre mientras ves en sus ojos brillar un orgullo y una aceptación más allá del perdón y todos los males posibles?

Sinceramente, para mí no.


Una de las imágenes terroríficas de mi vida fue aquella.

Bajo tierra, en la ciudad que cruza el Tamésis, nos atrevimos a perdernos entre la encrucijada de caminos mi compañera y yo, pensábamos que el simple mapa del metro sería suficiente: un mundo reducido a paradas y colores, bocas que se abren a la luz huyendo de los horrores de las profundidades. Las escaleras mecánicas eran enormes y se introducían hacia dentro con la misma majestuosidad como si lo hubieran hecho en el Averno. Había gente y muchas vías, no en vano nos encontrábamos en lo que dicen fue la capital del mundo y sigue siendo para sus orgullosos con-ciudadanos. Sin embargo, había ajetreo, máquinas removiendo las paredes, enlosándolas de loza blanca... Yo, llevada por mi curiosidad, quise acercarme más de lo debido, inspeccionar de cerca la obra, atravesar las barreras de plástico y tela que los trabajadores habían colocado para evitar que los transeúntes se mancharan de polvo y cemento seco. Y tras ellas vi... vi...

Emparedados, rellenando la pared, decenas, creo que cientos de cuerpos humanos. Miembros azulados, descompuestos, con la rigidez propia del Otro Mundo, rastros violáceos en el rostro, quizá algo que en otro tiempo fue la sangre que corrió por sus venas. Era un amasijo horrible de dedos, brazos, pies y cabezas, totalmente incomprensible, la muerte con seis letras, un terror inclasificable. Supe enseguida quienes eran, víctimas de algo que debería olvidarse, sus ojos abiertos como negándose a dejar atrás el recuerdo de una sangrienta madrugada. Y sin embargo no iban a ser enterrados, sepultados, convertidos en cenizas y esparcidos ante algún hermoso paisaje. Quien muere así, sin explicación ni ceremonia, ¿puede hallar la paz de esas maneras artificiosas? Sus almas prefieran quizá ocupar el espacio donde sus cuerpos mortales estuvieron por última vez, ser parte del terror y de los cimientos que resistieron los artefactos, por siempre jamás, sus huesos se mezclaran con la tierra que pisamos, sus sueños que nos llegarán a través del cableado eléctrico, serán sustento de ese reino sin luz.

Las piezas de loza blanca cubrían esta fosa común con calculada frialdad, los obreros no parecían reparar en lo angustioso de la situación, en como algunas manos y cabellos pendían del techo, casi negándose a desaparecer bajo aquellas cubiertas tan oportunamente colocadas para evitar provocar confusión y otros desagradables sentimientos en los usuarios habituales del metro...

Solo yo sé su secreto.

lunes, 8 de agosto de 2011


Puede que no sea la ciudad más hermosa, puede. Peros siempre será algo parecido a un hogar, un recuerdo, un lugar en el que perderse y con el sutil encanto de un viejo palacio, una emperatriz con demasiados años, a los que nadie, a pesar del tiempo, puede quitar su esplendor.

Si reconocéis al ilustre guardián de estos cielos, no tardaréis en adivinar de quién estoy hablando...