domingo, 28 de agosto de 2011



Nunca me he llevado especialmente bien con mi progenitor. Creo que ambos deseamos la misma cosa, lo cual nos convierte en competidores directos. Además, demasiadas veces nos han comparado de forma denigrante. En un mundo de mujeres, parecerte a él, quizá no sea lo más adecuado, menos aún cuando se utiliza para recalcar los defectos o buscarles una explicación.

Y luego te piden que le tengas respeto. Como si fuera tan fácil. Cuando ni siquiera te habla (no de esa manera que implica la verdadera comunicación) y menos aún, te escucha.

Por supuesto, hay afecto, muestras torpes, casi instintivas y, para alivio de ambos, muy puntuales.

Sin embargo, hoy, siento que quiero preguntarle algo. Porque sé que eres el único que conoce la respuesta.

1 comentario:

a dijo...

Al menos hay afecto. Al menos puedes preguntar y averiguar lo que quieras. Porque el papel que representamos con unas personas y con otras es tan distinto...