jueves, 11 de agosto de 2011



Podemos odiarlas cuando nos rechazan, aborrecer su mal genio o sus comentarios poco afortunados, detestar la manera en la que intentan inculcarnos sus valores, asustarnos cuando vemos en nosotras algún rasgo suyo, despreciarlas por haber tomado la decisión equivocada, pero...

Hay algo que no me negaréis, y es que, ¿hay algo más reconfortante en este mundo que el beso de una madre mientras ves en sus ojos brillar un orgullo y una aceptación más allá del perdón y todos los males posibles?

Sinceramente, para mí no.

3 comentarios:

Mew dijo...

No es que quiera ser la nota discordante siempre, pero... sinceramente, para mí sí. Y es que puede que las acciones que se granjean tal afecto tengan el efecto de hacerme sentir como una traidora a mi propio ser.

Lucy Diamond dijo...

No, no lo hay.

Niwa dijo...

Reconfortante, esa es la palabra. Puede que también alentador.
Y sin duda, esa sensación es tal porque no se me ha pedido renunciar a nada a cambio, sino todo lo contrario.