jueves, 23 de junio de 2011

















Me pregunto por que no he escrito todo lo que me ha ocurrido estos dias. Quiero decir, puede que vosotros ni siquiera os lo imagineis, pero lo cierto es que estoy en un pais extranjero, visitando lugares increibles, conociendo a gente, para bien o para mal, extraordinaria. Tengo material de sobra para cada dia, pues desde que sale el sol hasta que se pone (y creedme, eso aqui son muchas horas) no dejan de ocurrirme cosas dignas de mencion, pues no en vano me encuentro tan lejos de casa...

Y sin embargo, aqui estoy. No os lo he contado, no lo he escrito. Por que? Porque no he sentido la necesidad, asi de simple.

Pero hay algo mas. Hoy es un dia especial. No soy de las que celebran fechas, pero hoy... hoy tengo que hacerlo quiera o no.

Ayer decidi ir a Westport. Ni siquiera sabia como iba a ser, simplemente abri mi plano del ferrocarril y decidi que era un nombre interesante. Puerto del Oeste, una ventana abierta al desconocido mundo del Atlantico.

Inicie el viaje cansada, lo que era una mala senal. Pero es que la noche anterior, por razones que no vienen a cuento, habia tenido tiempo de hacer muchas cosas, pero dormir no era una de ellas. Asi que, no hubo arrancado el tren, me recoste contra la fria ventanilla y arrebujada en una bola de chaquetas y mi inseparable panuelo para el cuello tamano XXL me dispuse a gozar del tan ansiado descanso. Ja. Resulta que en el mismo vagon viajaban una tropa de insdeseables ninos de doce anos a los que habian sacado aquel dia de la insportable disciplina de un colegio catolico para hacer una excursion. Y adivinad donde.

Mas de una vez los gritos agudos de las ninas y sus risas histericas me arrancaron de la duermevela, y era como si me aranaran unas manos de unas afiladas y sangrientas, ya lo creo. Ni musica en el reproductor, ni el cansancio acumulado, nada pudo librarme de aquel tormento que parecia un castigo divino. Supe contener mis instintos asesinos durante todo el trayecto (lo cual es una proeza, si tenemos en cuenta su duracion) pero cuando me baje del tren rece, por el bien de aquellas inocentes almas, que no nos volvieramos a encontrar en el tren de regreso...

La estacion. Son todas iguales. Sobrias casitas de piedra gris en medio de la nada. Solo me rodeaba campo y ni siquiera avistaba a ver los tejados de la supuesta ciudad. Izquierda o derecha. Como en esta vida, todo es cuestion de decidir. Escogi derecha tras una breve vacilacion, pero a penas habia echado a andar una amable mujer subida en una camioneta me indico que si lo que buscaba era Westport, era en sentido contrario. Vaya, gracias.

Camine por aquellos suburbios desolados durante unos veinte minutos antes de avistar algo que no fueran adosados y pubs: el rio, unos puentes de piedra, casas de colores... habia llegado.



Una vez alli, el siguiente paso era encontrar la oficina de turismo. Yo queria ver Westport House, que me habian dicho que era la atraccion del lugar, pero no sabia si estaba en la ciudad o a 20 km en el campo, y por bien mejor preguntaba primero antes que aventurarme sola por carreteras rurales. Me detuve junto al puente para preguntar a un barrendero que amamblemente me indico donde debia buscar. En la oficina de turismo me dieron un mapa y me explicaron cual era el camino mas corto hasta Westport House. En el mapa se veia que tenia que atravesar un bosque, North Wood, lo que me parecio bastante gracioso, menos mal que se me habia ocurrido preguntar.

Cuando sali de la oficina de turismo me sentia exultante de alegria, todo iba saliendo segun lo previsto y yo estaba llena de energia y con todo el dia por delante. Magnifico. Eche a andar calle arriba, admirando por encima la ciudad, y luego, cuando llegue a la iglesia de aires goticos, torci hacia la izquierda. De  nuevo calles desoladas, aun hoy sigo preguntandome donde se habia metido toda la gente de Westport ese dia. Efectivamente, llego un momento en que todo se volvio agreste y ya no pisaba la carretera asfaltada sino un caminucho de barro. El bosque me cubria, haciendo el cielo verde y humedo, y podia sentir ese sonido profundo rodeandome, el de millones de hojas temblando por el viento y los gruesos troncos de arboles milenarios respirando. Esta clase de cosas solo pueden ocurrirte aqui, en el Fin del Mundo, donde pasas de estar en un lugar soleado a la mas oscura de las vegetaciones, donde no es extrano el bosque te devore, depredador veloz y letal que antes de que tengas tiempo de respirar ya te tiene en sus entranas.

Pero esa soledad era tan grata...



El bosque dio paso a enormes extensiones de hierba verde, campos de golf, y al fin senales de la civilacion: la caseta donde podia adquirir los tickets para ver la casa, que estaba escondida en algun lugar entre arboles y brumas. En la caseta ocurrio algo gracioso y que siempre me pasa, pago pero luego me voy sin lo que me he comprado. Como podeis intuir, eso, unido a mi dudosa habilidad con los numeros en asuntos mundanos hacen de mi una presa facil para estafadores y liantes de todo tipo, pero menos mal que los dioses compensaron mi falta de logica con una increible buena suerte y siempre hay alguien hay para devolverme lo que legitimamente es mio.

Asi pues, lios a parte, me adentre, ticket en mano, otra vez en el bosque, buscando la casa. Y vaya si la encontre. No era dificil seguirles el rastro a los turistas franceses, todos de sesenta anos para arriba, que, como si fueran pistas humanas, se encontraban desperdigados a lo largo del camino. Algunas abuelillas tomando el sol bajo un castano, otras paseando y susurrando algo entre risitas, a la orilla del rio, sentadas en un banco de piedra en los jardines.



La casa era enorme, y presidia las colinas y el rio con la indiferencia del que se sabe producto de un ser superior. Rodee sus jardines desiertos, sus recovecos y entradas del servicio, y hasta que mi curiosidad no se vio saciada no me decidi a entrar dentro del edificio.

Todas las casa de nobles tinen un aire de ostentacion, como si no fueran realmente ricas  ni hermosas pero quisieran demostrarlo a toda costa. La belleza, al menos a mi entender, no es del que grita a los cuatro vientos: "Eh, miradme, soy hermoso o hermosa, os deslumbro!" sino de aquel o aquella que brilla aun sin ser consciente de ello. Lo demas, como ocurria en Westport House, son solo maquillajes y afeites, que acaban diluyendose al anochecer. No obstante es morboso explorar los rincones de una casa ajena, perderse por sus habitaciones y tratar de adivinar como fueron sus moradores. Yo, tras inspeccionarla durante una hora entera, solo puedo concluir que se aburrian muchisimo entre tanta cortina floreada, incomodos divanes tapizados en color mostaza y pesada cuberteria de plata. Y hay algo de increible en esta familia noble, marquesas y marqueses de Sligo, que afirman ser descendientes de una de las piratas mas peligrosas de todos los tiempos,  una mujer que no tenia reparos en blandir una espada en tiempos en los que lo mas afilado que se suponia podia tocar una femina era la aguja de coser; esta senora se caso a los quince anos por obligacion y mas tarde por amor, y vivia en un barco y combatia junto a sus retonos. Mantuvo en jaque a la corona inglesa y espanola entre otros, antes de decidirse a hacer un trato con los poderes supremos para dejar la guerra y asegurarse una buena jubilacion.



Terminada mi exploracion por la casa (incluidas las mazomorras de la misma) me aventure de nuevo al calor del sol. Me deje enganar por un cielo azul estriado de corderitos y un rio cantarin bordeado de flores, asi que me sente cerca de un roble inmenso a comer mi almuerzo. El resultado al levantarme fue ciertamente desagradable: una humedad solida como la piedra que me iba a acompanar buena parte de viaje, me gustara o no. Habia sucumbido sin quererlo a las bellas promesas de estas tierras traicioneras...



Recorri los jardines despues, con  tranquilidad y sin prisas, pero no eran todo lo grandes que me habria gustado. Las vallas hacian de imposible acceso los lugares que realmente me habria gustado inspeccionar, asi que, cansada de tanta restriccion, me dispuse a abandonar. Queria ver el mar, pues su olor me llevaba persiguiendo desde que habia pisado Westford, pero lo unico que me ofrecia la vista era un rio. Asi que me aventure a seguirlo, carretera rural a traves, durante un largo tiempo, hasta que finalmente aviste mi recompensa: el puerto.

Tambien esa parte de la ciudad estaba vacia, cualquiera diria que Westport era una ciudad fantasma, pues a penas me cruce con  unas pocas personas en todo mi viaje.

El puerto, no obstante, era hermoso a la par que tetrico. Un viento ululante que yo no habia vuelto escuchar desde que abandone mi isla, ese silbido que poco a poco conduce a la locura, que nacia de las entranas de alguna bestia marina, se colaba entre las estructuras oxidadas de los barcos en el puerto para acabar metiendose en mis oidos con el fin de apunalar el cerebro...


Y era una vista hermosa, no obstante, montanas, ah, al fin elevaciones en esta tierr de cielos virgenes, y la sombra de miles de pequenas islas en el horizonte, fantasmas entre la bruma. Recorri todo el puerto tranquilamente, tratando de alcanzar la linea del horizonte, aunque sabia que era imposible, era eso precisamente lo que me incitaba.



Cuando quedo visto que no podia llegar mas lejos (el siguiente paso habria sido entregarme a las garras de un mar helado) tuve que retroceder. Visite la galeria artistica de la ciudad (una exposicion fotografica que me hizo ver que no todo esta perdido en cuanto a mi y la camar se refiere) y finalmente subi, y subi, y subi por una carreter estrechisima hasta que alcance de nuevo el centro de la ciudad. Casas de colores, (gente!) un enorme reloj de piedra en el centro regulandolo todo.

Durante solo abri la boca para preguntar o realizar transacciones, el resto fue un silencio de lo mas agradable. Viajar en soledad me gusta, porque es entregarse a fondo a nuevas sensaciones, colores, personas. No ves nada, no sientes mas que la urgencia de dejarte llevar hacia lo desconocido, y ese deseo puede verse satisfecho puesto que no hay nadie a quien rendir cuentas.


Porque esto es un  suspiro, aire fresco y nuevo en mis pulmones, antes de un final peligrosamente proximo.

Volver.

5 comentarios:

Niwa dijo...

Vaya, se me hace extraño volver a comentar por aquí de nuevo...

No sabes la envidia que me has dado con este post. Me encantaría poder estar allí contigo, o en cualquier otro sitio que tenga algo que mostrarme, no voy a ser exigente en ese punto. En cualquier caso espero que estés disfrutando del viaje porque desde este otro lado de la pantalla parece una aventura realmente fascinante.

Lucy Diamond dijo...

Jo, que guay.
Me alegro que lo estés pasando bien. La soledad es deliciosa.

Un saludo.

Annell dijo...

O estás en Connecticut o estás en Irlanda... ¿Por qué te has ido a Irlanda y no me has llevado? ;__; Aunque las fotos son muy bonitas, no sé, el sitio, tan vacío como dices... ¿No te da un aire a Silent Hill antes de la catástrofe? xD...

Por cierto, yo me quedo en una residencia en Getafe, pero tengo un amigo que tiene una amiga en Madrid que buscaba compañero/a de piso en Madrid. ¿Quieres que le pregunte si aun está disponible?

Kissus! :3

Mew dijo...

Me siento tan (a ver, ¿qué eufemismo podría utilizar...?), tan... buff, realmente no puedo describirlo con ningún nombre. Qué frustración.

En fin, sólo puedo decir que me alegra saber de ti y de tus peripecias. Me regalas la vista con cada palabra.

Charlie D. dijo...

Anell: Pues si, me harias un favor... =D