sábado, 18 de junio de 2011
Soliamos corretear entre las vias cuando eramos ninos, jugar entre los railes entremezclados, serpientes de acero enredadas, siempre me pregunte como demonios podian los conductores orientarse en semejante
tela de arana.
Dublin-Galway, Galway-Dublin, dos unicas direcciones, con lo que era facil de un salto ponernos fuera del alcance de los dos
furiosos convoys
que rompian el horizonte y lamian distancias en un instante.
Pero siempre recordare aquella vez, nuestro tio habia salido a buscarnos en su coche, aquel viejo renault color cebolla, lo paro mientras nos llamaba, escondidos quien sabe en que recoveco entre las vias, y entonces...
...entonces el expreso de aquella tarde, Dublin-Galway, sin un retraso, a tiempo perfecto, veloz como un suspiro, serpenteando entre riscos y complicados valles de desnuda piedra, aunque el conductor vio una pequena sombra en una lejania que cada vez se hacia mas cercana, no tuvo tiempo de...
El coche se doblo en un segundo como un acordeon, y la carcasa metalica a penas pudo emitir unas notas antes quedar arrollada y mi pregunto si el llego a atisbar alguna imagen furtiva en el retrovisor, un zumbido clavado en la nuca, el dolor.
Nunca he llorado tanto en mi vida como aquella vez, en medio de los pasajeros atonitos de un tren descarrilado...
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