martes, 10 de septiembre de 2013




Hace tiempo que no escribo (again). Pero es que mi vida no deja de cambiar. Ayer terminé el trabajo en la radio y hoy ya empiezo con un nuevo reto, que ya no es el de vivir sola, si no el de vivir sola compartiendo. Mis demonios interiores se resisten, pero bueno, aquí estoy yo, escribiéndoos mientras desde mi ventana observo la soberbia arquitectura de la parte más antigua de Madrid y una vírgen que me protege...

Ayer volví a ver a una amiga a la que no veía desde hacía varios meses. Cuando salíamos de una cafetería, me di cuenta de que yo tenía una heridita. No era nada grave, simplemente de esas cosas que te pasan cuando te rascas la costra de una pequeña picadura de mosquito...  Pero había una gotita de sangre resbalando por la curva de mi hombro, lo cual superaba todo los límites de la decencia (se sabe de que a mí me va lo gore, pero en público... una debe controlarse). Mi amiga lo vio y me dio un poco de vergüenza (yo quería jugar a que no pasaba nada, pero la sangre siempre llama la atención, qué cosas). Sin embargo ella, ni corta ni perezosa, se sacó unas toallitas perfumadas del bolso, me limpió con mucho mimo y finalmente me puso una tirita (que también sacó de su bolso sin fondo).

No sé por qué (en serio, ¿por qué será?) pero me pareció muy tierna su espontaneidad. Como ver una mama que lame a su cachorrito. Igual es que estoy sensiblera con tanto cambio.

Pero quería contarlo.

http://www.youtube.com/watch?v=70LN6j_gQSc

2 comentarios:

Taibele dijo...

Aunque sea reacia a escribir el correspondiente comentario (¡me dejas siempre encantada!), gracias por no ausentarte demasiado. Se te echaba de menos...

Annell dijo...

Hay que ser una persona muy previsora para llevar tiritas en el bolso <3