viernes, 30 de diciembre de 2011
No sé por qué la gente le da tanta importancia al dinero. Honestamente. No voy a ser amada pagando con dinero. Y, lo que es más importante aún, tampoco lo necesito para amar.
Ni todos los billetes violetas del mundo van a hacer desaparecer mi Miedo.
Sí, claro, podéis decirme que el dinero son las ruedas que nos permiten alcanzar velocidades vertiginosas.
Pero yo sigo teniendo mis piernas.
jueves, 29 de diciembre de 2011
¿Alguien nota lo extraño en este videoclip? Yo no me he dado cuenta hasta que lo he leído en los comentarios... Y anda que no lo había visto ya veces hasta entonces. Está claro que uno ve lo que quiere (o espera) ver...
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Estoy acostumbrada a ver películas desagradables. Los que hayas leído las reseñas que he ido haciendo en este blog, os habréis dado cuenta de que, por ahora, todas las que he comentado son a su manera impactantes. Y desde luego ninguna recomndable para mentes sensibles...
En la gran pantalla he visto atrocidades indescriptibles, escenas tan impactantes que sentía ahogarse la respiración o los ojos se me lleban de lágrimas. Pero, por lo general, ninguna pelicula logra traspasarme de una manera tan poderosa (y angustiosa) como la que voy a comentar ahora.
La mayoría de las películas que se dicen desagradables son aquellas en las que aparece la carnicería pura (como, por ejemplo, Saw). En estos casos simplemente aparto la mirada porque, la verdad, me parece repugnante. Hay largometrajes que van más allá (A Serbian Film, si pensáis que Saw es fuerte, esta ya no tiene nombre). Pero por lo general, es tan exajerado, que, necesiaramente, lo veo como la ficción que es. Y puede que lo pase mal en el momento, sí, y ya está.
No es el caso de esta película. Aquí ni váis a ver sangre, ni torturas, ni violencia explícita, ni escenas apabullantes.
Y sin embargo es su magnifico realismo lo que más me dio miedo. Su falta de pretensiones me llevó, sin que yo pudiera darme cuenta, al mismo plano en el que actuaban los personajes, Y tuve que afrontar con ellos una realidad muy cruda.
Fui al cine sin saber de que iba esta película. Lars Von Trier, su director, es de lo más polémico. La gente lo odia o lo ama, y tiene prohibida la entrada al festival de Cannes por haber dicho una vez a la prensa que comprendía a Hitler. (Afirmación que, por otra parte, puede estar sujeta a muchas interpretaciones). En cualquier caso, el arte es una cosa, y el artista que lo crea como persona otra muy diferente que no me gusta mezclar. Como venía diciendo, de Lars Von Trier solo he visto dos pelílcuas, El jefe de todo esto (no está mal, la vi hace tanto tiempo que, para ser sinceros, casi no recuerdo su argumento) y Dogville, extraña, provocativa, larguísima y genial.
En Melancolía, cabe destacar las actuaciones sencillamente ma-ra-vi-llo-sas de todo el elenco de actores. Tenemos a Kirsten Dust (la novia de Spiderman en las últimas adaptaciones que se hicieron del cómic). El papel protagonista que ella interpreta estaba pensando originalmente para Penélope Cruz. La verdad que las dos actrices no pueden ser más diferentes, pero yo creo que Kirsten hace un papel increible. Su personaje, qye navega entre la inteligencia y la depresión, se ganó mi empatía desde el primer momento. Por otro lado, también aparece Alexander Skarsgard (el atractivo vampiro Erik Northman, en True Blood) y la actriz francesa Charlotte Gainsbourg (también actúa genial, ella y el personaje de Kirsten son, a mi parecer, las dos caras de la misma moneda).
La película comienza con unas escenas de lo más surrealistas, que parecen cuadros. Yo en ese momento reconzco que pensé que nuesrtro amigo Lars Von Trier se había emocionado (ya sabéis, los directores de culto a veces son tan crípticos que no se entienden ni ellos mismos) pero qué va, no os dejéis engañar, todo cobra sentido al final. Vaya si lo hace... A este principio le siguen dos partes muy diferenciadas. La primera es una boda (y reconozco que, según la veía se me quitaron todas las ganas que nunca tuve de casarme) y la segunda... bueno, no voy a contárosla. De verdad que es mejor que veáis esta película sin tener ni idea del argumento. Simplemente, dejáos llevar.
Y hasta aquí llega mi comentario. Es una obra maestra, al menos yo la percibo así, pero no voy a volver a verla jamás en la vida. El sentimiento de desolación que dejó en mí y que aún de tanto en tanto regresa cuando rememoro alguno de los fotogramas, es algo que no disfruto precisamente...
martes, 27 de diciembre de 2011
God is in the details. And there's so much more behind the eyes, I would dare to say.
Today, it is Spring, because seasons are not outside but in our own soul.
I love Haru...
jueves, 22 de diciembre de 2011
I don't know if i can take it
I'm not easy on my knees
Here's my heart, you can break it
I need some release, release, release...
http://www.youtube.com/watch?v=lTwRieyjcpY
domingo, 18 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Imaginad una clase de niños de trece años en Japón. Último día del semestre. Todos están alborotados. La profesora, menuda y de apariencia tímida, intenta hablar por encima del jaleo. Se va a marchar de esa escuela, así que quiere despedirse. Empieza a relatar sus experiencias de docente en ese centro. Posteriormente, cuenta su vida. Es madre soltera. Tiene una niña de cuatro años. Hasta aquí todo bien, aunque sorprende un poco la confianza con la que la mujer relata su propia historia. Pero de repente dice que su hija está muerta. Que se ahogó en la piscina de esa misma escuela. Silencio. Más calmada que nunca, la mujer prosigue. Aunque la policía calificó el suceso como accidente, ella sabe que fue asesinato. Y no solo eso. También sabe que los dos culpables están delante. Son miembros de esa misma clase.
Cuando una película empieza así, con semejante conflicto, no puedes sino quedarte a verla. Está narrada con un estilo muy visual, a veces casi poético, que recuerda mucho a los animes. La estructura del largometraje es en sí bastante interesante: son las confesiones de todos aquellos involucrados en el crimen central, de manera que poco a poco vamos deduciendo e interpretando los diferentes hechos hasta formar un mosaico que, contrariamente con los que suele ocurrir con historias presentadas de esta manera, no decepciona. Se plantea un conflicto que ya nos suena: ¿cómo actuará una madre, ante al asesinato de su hija, teniendo delante a los culpables? Sobre todo teniendo en cuenta de que en Japón (como ocurre en muchos países) la edad legal para hacer a un niño responsable de un crimen es de catorce años. Con lo cual estos tiernos infantes con tendencias oscuras van a irse, literalmente hablando, de rositas, con quizá un par de años en el correccional y ni eso. ¿Puede un niño de trece años ser consciente de lo que hace o debemos creer ciegamente en la inocencia de los infantes? ¿Debe tomarse, en este caso la madre, la justicia por su mano? ¿Cuales son las consecuencias de la venganza?
Conviene recordar, no obstante, que aunque nuestra concepción de la venganza suele ser "ojo por ojo diente por diente" (la ley del Talión que nos legaron los judíos) en Japón, que no ha tenido esta influencia pero sí la del budismo y el sintoísmo, es algo ligeramente diferente. La visión del film nos dará una idea más cercana a como afrontan en esta cultura el conflicto. Y el final, a mi parecer, no decepciona.
Así que si os apetece una película truculenta (porque no, no es un paseo de rosas y margaritas esta cinta) que os haga pensar y que tenga ese toque exótico (para nosotros) de los japoneses, Confessions es una buena elección. Es verdad que la trama tiene puntualmente algunos giros surrealistas, pero, insisto, está muy bien construída y en su conjunto es creíble. Además, los niños que actúan son tan adorables... (por fuera, naturalmente).
Conviene recalcar otro concepto que también se maneja en la historia, el de la audencia colectiva (la clase) pasiva ante el horror del crimen pero a la vez violenta, como una masa irracional y peligrosa.
Definitivamente, merece la pena echarle aunque sea un vistazo. La primera escena atrapa. Y los créditos finales son sencillamente hermosos. Garantizado.
martes, 13 de diciembre de 2011
-Acabamos de colocarnos con cristal -dijo el chico, que no tendría más de catorce años-. ¿Podemos usar tu desván?
Naturalmente, no me hacía maldita gracia ni la situación, ni el muchacho de cabeza rapada ni sus amigos malvestidos. Aún así, me hice a un lado. Y no fue por las estacas de madera que llevaban en las manos o por el brillo de locura en sus ojos.
Es que así es como hacemos las cosas en Toronto.
domingo, 11 de diciembre de 2011
A veces es dificil definir las palabras. Porque las palabras son como envases vacíos, cadáveres a los que nosotros mismos insuflamos vida. Pero ellas solas, ajenas a nuestras realidades, son simples cáscaras, barcos a la deriva.
Suena el teléfono. Suena, y yo me levanto para cogerlo. Los teléfonos sonando son una llamada poderosa, un grito que dificilmente puede ser ignorado. Cuando escuchamos un teléfono sonar sentimos el poderoso impulso de cogerlo. Se puede ignorar su demanda, claro. De la misma manera que uno elige si beber o no aun estando sediento...
El teléfono sonó y yo lo cogí. Y me abrazó. Una sucesión simple de eventos, que quizá poco o nada tengan que ver entre sí.
Pero es que yo, cuando cogí el teléfono, no pensaba en nada. En nada más que descolgarlo, que acercar el plástico a mi oreja. Un gesto mecánico, repetido mil veces, que ni siquiera necesita preparación. Cuando coges el teléfono no estás pensando en ser nada, no estás pensando en poner buena cara, en sonreír, en estar de esa manera u otra. Cuando haces algo tan simple te olvidas del mundo y no pretendes ni buscas nada.
Y aún así me abrazó.
Pienso que eso es valioso.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Me duele el cuello. Es un dolor punzante, justo donde empieza el hombro derecho. La clase de sensación que trae al fondo de mis ojos un color amarillo intenso, como un relámpago fugaz y desagradable.
Estoy algo cansada. El espejo me devuelve imágenes que prefiero no saludar. Seguro que es porque no llevo nada rojo. ¿O es mi rostro hinchado por el sueño?
Silencio. Me encuentri en la biblioteca. La chica del trigo rebusca palabras que yo ya sé en un diccionario. Está muy seria. Descubrir nuevos significados es como ir abriendo cerraduras, aunque creo que jamás se llega a la salida de ese interminable laberinto.
Hace calor. Parece como si las neuronas tuvieran que estar hirviendo antes de escupir algo productivo. Por ahora las mías a penas han pasado de templado, o ya habría dejado de divagar hace tiempo.
Pero yo solo quiero la frialdad de Diciembre en mis mejillas, buscar algún cobijo para mis dedos helados.
Eso es vida.
viernes, 2 de diciembre de 2011
Tres gatos. Tres trenes. Tres semanas que pasarán.
En realidad, está todo conectado.
Me gusta diciembre.
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