miércoles, 17 de abril de 2013



Lo que más me aterrorizaba de estar sola, era ponerme enferma. Bueno, pues ya está, ya lo he pasado. Para mí la enfermedad tiene muchas caras, y en general creo que puedo aguantarlas bastante bien. Cuando me enfrento al dolor intento recurrir al estoicismo: por lo general o lo ignoro -con catástróficos resultados, la mayoría de las veces- o intento combatirlo aferrándome a la rutina o a cualquier cosa que mantenga mi mente ocupada. En casos extremos, recurro al sueño, que todo lo cura. Pero solo hay una cosa que me desequilibra hasta el punto de sollozar de impotencia o no ser capaz de levantarme de la cama en un día, y es cuando caigo -desgraciadamente- enferma del estómago.

Es como si el centro de mi equilibrio físico residiera en esa parte del cuerpo, y al tenerla tocada, todo se desestabilizara en todos los sentidos. Tenía miedo de que me pasara sola, pero mira por donde sí que ha pasado y aquí estoy. Aún en vías de recuperación -simplemente cansancio físico, es lo que más tarda en irse- pero viva.

¿Ahora sí puedo disfrutar de la Primavera?

1 comentario:

Anima Mundi dijo...

Espero que ya estés mejor. Hasta hace muy poco yo estaba también igual. Mejorate!! Nos vemos prontooo!! De una arquitecta.