viernes, 13 de julio de 2012
Hoy he ido a la piscina. No me ha dado tiempo a depilarme porque, casualmente, esta mañana habían cortado el agua en casa, qué maravilla. Pero yo no iba a privarme de mi baño matutino, y menos en un día tan caluroso como este. Así que allá he ido, por mucho que los diseñadores se empeñen en hacer los bañadores cada vez más finos y cortos en la altura de las ingles (por todos los dioses, el mío era un bañador de competición... que no iba a la piscina a las nueve de la mañana a ligar, sino a hacer ejercicio... es más, si de verdad quisiera lucir cuerpo, pues lo hacía sin un pedacito de tela en el cuerpo, vaya, voy a tener yo complejos ahora que soy joven...)
Total que en la piscina estaba yo, como una valiente, gorro en la cabeza y gafas enormes, disfrazada casi de hormiga atómica. No había mucha gente a esas horas tempranas, lo cual se agradece, porque significa que tengo carril de la piscina olímpica para mi sola.
Cuando estaba bordeando la enorme superficie azulada para elegir el mejor lugar donde meterme, me di cuenta de que había un hombre (otro nadador apasionado) que me estaba mirando fijamente.
El culo, claro.
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1 comentario:
Mirones, mirones everywhere.
Me gusta ese pensamiento tuyo de no tener complejos ahora que aun somos jóvenes xD
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