domingo, 10 de julio de 2011



Esta entrada va por cierta persona que sé que lee mi blog (hay cosas que simplemente se saben y ya está, digámoslo así) pero que, curiosamente, nunca comenta. Bueno, comentar puede que comentara alguna vez, no os digo yo que no. Pero como los cometas, pasan un instante rayando el cielo nocturno, el mundo entero se maravilla durante un segundo... y nada, a esperar otros trescientos mil años más a que el dichoso pedrusco volador de hermosa cola plateada de una vuelta entera al universo (que no por nada dicen que es infinito...)

Ahora mismo me hallo perdida en medio de las montañas. El pueblo más cercano son cuatro casas en la ladera de una montaña donde raramente veo un alma cada vez que me acerco a pasear. Mis únicos compañeros son los mosquitos y los perezosos gatos que se pasean por el jardín. Lo demás es silencio, el ulular del viento entre las vigas de madera y el pasar de las nubes blancas, violáceas y grises por un cielo azul aguado.

Sé que a muchos puede resultarles idílico, maravilloso. Un retiro bucólico rodeada de animalitos agrestres y antiquísimas montañas. Pero este lugar, más que alentar mi creatividad o empujarme a crear obras inmortales... me intimida.

Las montañas son demasiado altas, los valles demasiado profundos, heridas en la tierra, y los riscos afilados como colmillos. Aquí los animales te observan en la distancia con el brillo del depredador de la mirada, avisando a quien ose internarse en los bosques de que es uno más en la cadena alimenticia. Pero sobre todo es la soledad, porque aquí, en plena naturaleza, se hacen innecesarias las apariencias. Ropa más o menos elegante, zapatos, peinados, maquillaje, ¿de qué le sirven a una en un lugar donde nadie realmente va a observarte o, lo que es más, puede que tengas que salir corriendo de un momento a otro si te encuentras con los jabalíes en el ocaso? Pero es que tampoco le interesa a nadie una aburrida charla sobre los conocimientos intelectuales, o el último libro que te leíste; las ocas o algún que otro perro callejero son los únicos oyentes potenciales. Y nadie quiere ver a una oca enfadada, eso os lo aseguro yo, así que mejor no dejar su posible analfabetismo en evidencia.

En la naturaleza, en definitiva, eres únicamente tú y tú mismo, y posiblemente sea eso lo que tanto me aterroriza. La chica de Oriente y Occidente me dijo que aprender a estar solo es una de las cosas más importantes de la vida y no precisamente imposibles, pero la tarea es ardua. Caminar en medio del bosque teniendo cuidado de no resbalar por una cuesta pedregosa llena de zarzas mientras te das cuenta de que no quieres escucharte a ti mismo es doloroso. Ese vacío, esa incapacidad de incomunicarse con lo que nos es realmente más cercano (la propia conciencia o como queráis denominarlo) me acompaña (al menos a mí) siempre; pero los avatares de la vida diaria en la ciudad me hacen olvidarlo, o mejor dicho, consiguen camuflar ese grito silencioso entre miles de sonidos. Pero aquí, ah, aquí no valen tretas, ni trucos, ni imágenes de anuncio perfectas o melodías pegadizas sin sentido. Aquí en medio de la naturaleza y su salvaje perfección me encuentro como una pequeña y triste criatura defectuosa, humo y espejismos. ¿Y detrás de todo eso...?

Aún no me he atrevido a mirar.

4 comentarios:

Ayshel dijo...

Primero de todo, mis felicitaciones, una más que te apuntas a tu numeroso historial de felicitaciones. Nada nuevo para ti ^^.
Yo, bueno, más bien dicho mi padre, es muy de campo y montaña y cada verano vamos a un apartamento que tenemos en los Pirineos Aragoneses. Siempre acabamos en montañas de 2.000m para arriba XD El verano pasado estuvimos por las faldas del Aneto, la segunda montaña más alta de la Península.
Y, la verdad es que te entiendo perfectamente. Aprovechando que vamos a los Pirineos, vamos a un pueblo que nadie conoce, alejado de la mano de dios, que viven 10 personas, sin engañar. Hay más perros y gatos que personas XD Aprendes a vivir contigo mismo, sin internet, sin cobertura en el móvil, sin amigos...

No te aburras mucho.
Besos ^^

Anónimo dijo...

!Qué sorpresa! No sabía que ya estabas ahí!
Creo que tengo que darme por aludida y te diré que me ha encantado el símil de la estrella fugaz, aunque yo no creía que fuese tan fugaz, pero me alegro de que al menos alguien lo haya apreciado. ¿Te parecería bien que la estrella se quedase fija en algún punto del firmamento? De esas que como mínimo se ven en las noches claras, creo que se podría intentar.
Sin embargo debo decirte que aún deberás esperar unos días por mí, cuando llegaré cargada de nuevos sonidos y divertimentos que espero hagan las delicias de todos.
¡Nos vemos!
Iris.

Mew dijo...

Pues atrévete (como ves, es un imperativo). Sin embargo, si esperabas que ahora me pusiera a enumerar una larga y aburrida lista de razones con las que (seguro podría) convencerte, bueno, no esperes más porque no lo voy a hacer.
Yo sólo te las puedo enseñar. Pero claro, antes tendrías que pronunciar, sonriendo, eso de ¿quién dijo miedo?

Jua :D

Anónimo dijo...

Y yo te pregunto querida amiga, ¿no es mejor que sea puntual y bello a que sea constante y monótono? Las cosas puntuales son las apreciadas, las continuas caen en el olvido de la rutina.
Por cierto,¿en que parajes te hallas? :)
Brienn.