domingo, 31 de julio de 2011



Todo es un espejo, una ilusión, una historia que regala nuestros oídos pero puede hacer mucho daño a nuestros órganos vitales.

Pero hay una cosa sencilla, anodina, a veces ni siquiera reseñable pero que nos muestra la verdad: los detalles, aquellos pequeños, nimios e inconscientes gestos que nadie puede evitar. Son como el rastro plateado y pegajoso del caracol: si uno lo sigue, siempre le acaba llevando a algún lugar interesante.

Un "te quiero" perfecto, calculado al milímetro en un hermoso paisaje al atardecer rodeados de pavos reales... impresionante, sí, pero ya pensado, un papel que cualquier buen actor puede interpretar.

Un "me caes bien" acompañado de una sonrisa y un mágico toque en la mirada mientras la calidez de la voz sugiere confianza. Pero cada gesto se aprende, y muchos pueden forzarlo si se da el caso.

Un "no importa" mientras se encojen los hombros y se esboza una amable expresión de disculpa.

Pero, ¿sabéis qué? Me río yo, de la manera más plena y sincera de las palabras, porque queridos amigos y amigas, nadie mejor que nosotros, los que vivimos de ellas, sabemos que se usan para contar historias. Muchas y muy variadas. Pero las relaciones humanas, la verdadera comunicación entre un ser y otro no se fundamenta en un conjunto de signos regulados por normas, sino en algo mucho más profundo y ancestral que no ha podido ser descrito. Y a quien quiera desentrañar los misterios de nuestras complicadas redes, las que nos atan y atan a otros, no tiene más que leer en los detalles, en esa mano que se apartó en el momento que habría podido hacer de sujeción, esos ojos que no estuvieron allí para reflejar la escena, esos labios que jamás susurraron para traer alivio.

Cuando quiero demostrar algo no hablo, no lo cuento, ¿para qué?



Simplemente intento trazar un camino de detalles, esquelas de un mosaico que expresa lo que deseo. Pero que solo quien yo quiero puede verlo.

2 comentarios:

Lucy Diamond dijo...

Detalles.. Soy tan poco detallista que aprecio mucho esas cosas cuando se dicen a tiempo; o, al menos, cuando se dicen y no quedan en La Sala de los Menesteres como un elemento más a esconder.

Un saludo! O un abrazo! O un beso!
Como prefieras.

a dijo...

That's true.
Las palabras están bien para ciertas cosas pero hay momentos en que se necesitan esos pequeños pero significativos gestos llamados detalles.
Bss^^