miércoles, 25 de abril de 2012
martes, 24 de abril de 2012
Have you felt so proud to get at the meaning of poems?
Stop this day and night with me and you shall possess the origin of all poems,
You shall possess the good of the earth and sun.... there are millions of suns left,
You shall no longer take things at second or third hand.... nor look through the eyes of the dead, nor feed on the spectres in books,
You shall not look through my eyes either, nor take things from me,
You shall listen to all sides and filter them from yourself.
lunes, 23 de abril de 2012
Y seguimos en racha con el cine. Hoy me gustaría hablar de una película que me fascinó, aunque resultó ser completamente diferente de lo que me había imaginado. Hablo de Shame, del director británico Steve McQueen. Para que os hagáis una idea, yo sabía ya tres cosas antes de ver esta película:
1) Que estaba protagonizada por Michael Fassbender, el -a mis ojos- atractivo Mr.Rochester de la nueva versión cinematográfica de la novela victoriana Jane Eyre.
2) Que había sexo explícito y por lo visto a mansalva, razón por la cual había sido censurada en EEUU y estaba aconsejada para mayores de 18 aquí en España.
3) Que en los globos de oro, cuando el premio al mejor actor masculino recayó en George Clooney por su papel en Los Descendientes, este manifesto su admiración hacia Fassbender afirmando que él se lo merecía -el premio- más porque su actuación en Shame era asombrosa y además había permitido comprobar que el irlandés poseía -y cito textualmente traducido del inglés- "un bastón de golf entre las piernas".
¿Prometedor, verdad?
Así que yo me fui bien feliz una noche de jueves a ver esta película en versión original. Pero como ya os he adelantado, el resultado es mucho más diferente del que yo esperaba...
Para empezar, esta no es una película sobre un adicto al sexo. En absoluto. Es la historia de un hombre, un personaje profundo, lleno de matices y -por qué no decirlo- bondad, que, por una sitiuación que jamás se revela de manera explícita en el largometraje, no puede vivir su vida sexual con normalidad.
Pero olvidáos del mito del Don Juan, Brandon, el protagonista, no tiene nada que ver con eso. De hecho el director nos lo deja claro desde el primer momento, comparándolo con su jefe. Porque este último posee un alto cargo y es un padre de familia respetable, mientras que Brandon es un atractivo soltero con el disco duro lleno del ordenador lleno de pornografía, pero es el jefe el que se dedica a tratar a las mujeres como simples objetos sexuales durante toda la película -con unas técnicas lamentables, por cierto, y ya ni hablemos del tema de la infidelidad.
La película, además, trata sin desvelarlo el problema de nuestro protagonista. Sería difícil explicar cual es, ya que el director lo deja abierto. Pero según mi interpretación, responde al amor frustrado que siente hacia una persona a la que se supone no puede amar. Y aquí es donde la película me pareció interesante, porque su personaje -que me encanta, y no solo porque Michael Fassbender sea hermoso- es una persona muy interesante, agradable y sensible -esto último queda de sobra demostrado en la escena de la canción- que debería poder ser feliz. La persona a la que se quiere, todos lo sabemos, no se elige. La atracción responde a cientos de estímulos y analizarlos sirve en realidad de poco. Sin embargo, nuestra sociedad tiene ciertas reglas -y estas llevan aparejadas sus tabúes- que regulan de manera más o menos racional lo que -por lo menos a mí- me cuesta un mundo expresar con palabras.
¿Qué es lo que está bien y lo que está mal cuando se trata de amar de manera plena?
Hace no mucho, aquí en España se consideraba aborrecible por muchas personas el que dos mujeres o dos hombres quisieran ser amantes, y se daban una y mil razones -avaladas por siglos y siglos de tradición- de por qué esto estaba mal.
Sin embargo, hoy en día los prejuicios se van disolviendo poco a poco, y es posible ir con tu pareja de la mano por la calle, incluso si es de tu mismo sexo, al menos aquí, en la capital, que es el lugar que mejor conozco.
Pero, por otro lado, ¿qué me decís de cosas como la zoofilia? ¿Y dos hermanos que deciden convertirse amantes?
Son ejemplos, y no entraré en otros más escabrosos como la relación plena de un adulto con un niño que está despertando sexualmente. Imagino, de todos modos, que tendréis una opinión al respecto, más o menos formada, como yo misma. Por decir algo, me cuesta creer en la zoofilia, pero probablemente sea porque nunca he sentido atracción sexual hacia un animal. Pero lo de que dos hermanos quieran ser amantes... bueno, ¿qué decir? Si no hacen daño a nadie, -que no, desde luego- no me parece que sea algo desagradable o condenable. Yo tampoco puedo sentir atracción de ese tipo hacia los que comparten mi sangre, pero desde luego sí sé que los lazos que nos unen son especiales. Así que, ¿por qué rechazar a los que deseen ir más allá? Lo que quiero decir con todo esto es que el amor entre hermanos es algo que está mal considerado -en nuestra sociedad, que no en todas y no siempre, puesto que en muchas dinastias reales se han hecho casamientos de este tipo (en el Egipto faraónico) o con primos de sangre para que la familia no desapareciera- por razones genéticas, ya que si la misma sangre no se mezcla con otras los alelos recesivos y perjudiciales se manifiestan con más frecuencia, lo que se traduce en efermedades como la hemofilia, retrasos mentales... etc.
Pero siendo dos personas adultas y conscientes de esto, si se aman de verdad, ¿por qué no seguir adelante? ¿Y por qué habremos nosotros de criticarlos? Hay una especie de manía en ser todos iguales para estar -quizá- más tranquilos, pero yo no la acabo de entender. Porque pienso, y esto lo tengo bastante claro, que tenemos que alegrarnos de la felicidad de la gente, porque la gente realmente feliz contribuye a hacer todo más agradable, y un entorno más agradable beneficia al mundo entero, de eso no hay duda. Además, bastantes problemas nos plantea el destino, y bastante difícil es encontrar a alguien a quien amemos y nos ame en igual grado... Así que una vez que ocurre, más vale dar gracias a la Vida y disfrutar de su regalo.
Y ya que estamos, os animo también a disfrutar de esta película, de la que, repito, se pueden sacar conclusiones completamente diferentes. Sería interesante conocer las vuestras... Aquí os dejo el tráiler por si queréis animaros.
Y así podréis confirmar lo del palo de golf...
domingo, 22 de abril de 2012
Se pueden decir muchas cosas sobre este -parece ser- nuevo fenómeno cinematográfico que muchos comparan con Crepúsculo. A mí, por el contrario, la visión de estas dos películas me ha parecido una experiencia absolutamente diferente: con una no hacía más que mirar la hora, pero con esta he permanecido clavada en el asiento y temblando de principio a final.
En fin. Mentiría si dijera que no me ha gustado... sobre todo su protagonista.
http://www.youtube.com/watch?v=5WCoJv192VY
jueves, 19 de abril de 2012
Lo hice.
No fue perfecto, but perfection does not exist.
Hubo gritos, recriminaciones, pero supe apartarme, marchar. Y la conclusión es, y lo escribo aquí para no olvidarlo y ser fuerte, que fue hermoso mientras duró (no soy de las que se arrepienten) pero sencillamente ahora no puedo perder tiempo con ese asunto, otras cosas de más importancia requieren mi atención.
Au revoir.
Farewell.
martes, 17 de abril de 2012
I.
Ese dia había avería en la RENFE y cogió el tren equivocado. El destino se confabuló en su contra, más bien, porque era la vía habitual y el sitio de siempre, junto a la papelera roja y el cartel publicitario, que la dejaba al lado de las escaleras de subida al llegar a su parada. Pero ese día el tren no iba dirección norte, sino oeste, y ella no se dio cuenta y subió. Casas extrañas tras los cristales, paisajes nunca antes vistos.
Y entonces la encontró, sentada en los asientos laterales. Era la primera vez que la veía, aunque la reconocía por las fotos. Sintió como el mundo daba una vuelta de ciento ochenta grados, pero aún así trago hondo, hizo acopio de un valor que ni siquiera sabía que tenía, y dio un paso adelante.
La muchacha sentada sonrió. Era más guapa que en las fotos, más delgada. Tenía la cabellera castaña larga y rizada, y en los ojos negros un brillo de sagacidad. Había una sombra de acné en las mejillas, y las ropas que llevaban era un poco grandes, de colores pardos, aunque pareían seguir una especie de moda bohemia.
-¿Qué tal va todo? -ella se acercó dando tumbos, colocándose bien la gorra, intentando iniciar una conversación insustancial porque se sentía obligada a hacerlo. Ambas se habían visto desde el momento que la primera entró en el vagón. Y no tenía caso ocultarlo.
-Bien, bien.Vengo de la universidad.
No le preguntó que estudiaba porque ya lo sabía. Es curioso lo que hace la tecnología en estos días. Jamás has podido ver en la realidad a una persona y sin embargo ya lo sabes todo sobre ella: sus sueños, aspiraciones, cualificaciones intelectuales...
-¿Qué tal te va?
-Todo matrículas en el primer cuatrimestre.
Ella alzó las cejas, impresionada.
-Pero no es nada -dijo la chica de la mirada sagaz, clavando aquellas dos cuevas oscuras en su interlocutora-. Tú me lo quitaste todo.
Ella quiso reírse ante semejante afirmación, tan exajerada, pero en el último momento se tragó la emoción. Porque por dentro sí sentía -había sentido siempre- la espinita de la culpa.
Soy una invasora, pensó, pero no dijo nada.
-¿Y a dónde vas? -preguntó en su lugar, fijando su mirada en la ventana, aunque ya estaba demasiado oscuro como para distinguir nada.
-A R.
Ella ya se había dado cuenta de que estaba en el tren equivocado. Pero no se bajó en la suiguiente parada, ni en la otra. La chica de la mirada sagaz y la sonrisa cruel no había hecho ninguna propuesta, pero ambas sabían que ella tendría que acompañarla a su casa ahora que al fin se habían encontrado.
Aunque estuviera en el fin del mundo.
Las luces artificiales del vagón, el anonimato de la muchedumbre que las rodeaba, las ventanas que les devolvían su propio reflejo. Todo acrecentaba la sensación de irrealidad.
II.
Llegamos a su casa y era como ya la había imaginado. Inmensa, llena de recovecos y objetos inservibles, la clase de cosas que uno compra para demostrar que puede comprar todo lo que desea pero que al final son como la hojarasca en Otoño.
No sabía cómo tratarla, cómo mirarla. ¿Qué podía decirle? Me sentía en deuda con ella, terriblemente mal, sabía que era absurdo y no podía evitarlo. Cuando ella se dio la vuelta para mirar no sé qué no pude evitar rodear su cuerpo con mis brazos (si me ponía de puntillas podía ser más alta) y atraerla hacia mí, en un intento vano de expresar con mi cuerpo lo que mis palabras no sabían decirle.
Lo siento.
Sin embargo ella se dio la vuelta, salvajemente:
-Tenía tanto que dar... lo sabes, ¿verdad? -exclamó, desesperada. Ni siquiera me besó, simplemente me dio la vuelta y me aplastó junto al suelo, al lado del sofá y la mesa escritorio llena de revistas. Me hacía daño, quería decírselo, con los ojos llenos de lágrimas, pero no me atreví a moverme, sino que soporté aquellas manos como insectos recorriendo mis huecos más íntimos como una especie de tortura. Disfrazaba la violencia de placer, y sus jadeos bien podrían haber sido sollozos.
Pero yo lo hice, yo se lo quité, y ahora he de pagar con ello, fantaseé, la mente nublada por el dolor y el miedo a que fuera demasiado lejos, intentando sobreponerme al asco que produce el contacto físico cuando no es deseado, ella ahora tiene el derecho a servirse de mí tal y como desee, y si esta es su voluntad, cerraré los ojos.
Mi tortura se vio interrumpida por un ruido lejano y su abruta separación.
-¡Mi madre! -ahogó un grito.
-¿Qué ocurre? -me incorporé, en un instante agradecida.
-Mi madre... -volvió a decir, mientras yo era consciente ahora de que el ruido de pasos venía del vestíbulo.
-¿Tu madre tiene algún problema con...?
-¡Me mataría!
Mascullí una maldición entre dientes mientras intentaba recoger toda mi ropa y vestirme a toda velocidad antes de que fuera demasiado tarde.
-¿Dónde...?
Pero ella ya me había tapado la boca y me conducía como una Ariadna por los intrincados corredores, hasta alcanzar una salida. Aquel hogar estaba lleno de huecos, agujeros abiertos a una posible escapatoría.
De nuevo en el tren.
-Te acompaño de vuelta -dijo la chica de la mirada sagaz, aunque sabía perfectamente que yo no deseaba la compañía de nadie después de lo que me habían hecho y menos la suya.
Pero ni siquiera me sentía con fuerzas para contradecirla.
A la vuelta también hubo una avería. De hecho, llegó un momento, cuando estábamos cerca del mar, que el convoy se quedó parado y ya no podía seguir. El revisor del tren vino a abrirnos la puerta y nos pidió que nos bajáramos.
Sola, en medio de la nada. Y mi castigo.
lunes, 16 de abril de 2012
No soy capaz de enfadarme. Bueno, sí. Pero solo con aquellas personas que sé que me quieren, las que sé de antemano que no me abandonarán.
Puede que suene patético, infantil o maduro, pero si me detengo a pensarlo, así es. Por circunstancias de mi vida que no mencionaré -sería tedioso e innecesario- en mi cerebro se ha instalado una creencia bastante errónea según la cual no debo hacer enfadar a nadie ni crear conflicto porque si no se van a marchar y a abandonarme.
El enfado es una emoción. Y ahora os haré una pregunta: ¿sabéis qué son exactamente las emociones? Intentar describirlas puede parecer difícil: todos vemos el color rojo, por ejemplo, y sabemos que es diferente del azul pero, ¿cómo definir cada uno de ellos por separado? Sin embargo de las emociones podría decirse a grandes rasgos -no soy experta en el campo ni lo pretendo- que son los significados que nuestro cerebro aplica a fenómenos que se desarrollan en el mundo exterior. Hay casos en las que estas son puramente objetivas (como el dolor que alguien siente cuando le dan una patada, todos lo sentimos exactamente de la misma manera) pero en la mayoría estos significados nacen de un sistema de creencias que todos tenemos internalizados. Sistema de creencias, por cierto, que empezó a definirse desde el mismo día en que nacimos y que se consolidó a la edad de, según la mayoría de los expertos, siete años.
¿Os imagináis? Esto es, si cuando eras pequeño y te enfadabas tus padres te daban una paliza, aprendiste que el enfado era algo que no debías mostrar o de lo contrario sufrías violencia física. A partir de entonces, sabes dos cosas: que el enfado va ligado a la violencia física. De ti depende que decidas reprimir esta emoción para evitar esa posible consecuencia o que, por lo contrario, te vuelvas tremendamente violento cada vez que la experimentas... y así con todo.
Mi caso es diferente a este, claro está, pero termina en lo mismo. La represión de una emoción. Y esto no es bueno. Cuando el sentimiento se queda dentro te envenena, te tortura, se convierte en un tormento del que es imposible huír porque todos estamos en nosotros mismos sin poder evitarlo. No sé muchas cosas de esta vida, pero esto, que lo he experimentado en mis carnes, puedo afirmarlo. Y no es agradable.
No obstante, cada vez que me veo en una situación de conflicto tiemblo, sudo, tartamudeo. Dudo de todo, para empezar de mí misma, y no soy capaz si quiera de pensar con coherencia. Para evitar todo eso simplemente me callo y decido pasar a otra cosa.
Sin embargo, estos últimos meses he decidido hacer limpieza general en casa y muy probablemente mudanza -es una manera de hablar- y claro, todos los problemas brillan con una nueva luz, al remover las aguas del lago la porquería, los objetos arrojados a su negra profundidad salen a flote. Y el destino me pone a prueba.ç
Ya sucedió una vez, la historia que voy a contaros. Se mezcla un poco de todo, irresponsabilidad, falta de respeto y empatía (cualidades esenciales para cualquier relación humana, creo que yo, en mayor o menor medida) cierto sentimiento de pérdida o la amargura de saber que alguien que pensabas que te tenía cierto aprecio quizá...
Pero no voy a culpar a nadie. Como yo digo siempre, fue bonito mientras duró, y todas las relaciones humanas me aportan diversas cosas aunque sean breves, así que no me quejo. Lo que cambia esta vez es que quiero defenderme. Quiero alzar la voz un momento y hablar, quiero usar la emoción del enfado para lo que realmente sirve: comunicar a otros un cierto sentimiento que nos hace humanos, demostrarles, pues dicha humanidad, que ni es vergonzosa, ni reprochable, ni innecesaria. Simplemente, es.
Tiemblo de solo pensarlo y no sé si estoy preparada o no. Quizá tenga mucho que perder, no lo sé, quizá sea incómodo, quizá... en fin. Pero lo que está claro es que no puede ser peor que este envenenamiento progresivo al que me he sometido por propia voluntad durante muchos años. La situación actual es solo la punta del iceberg, pero espero que me ayude a cambiar, a superarme. Porque el destino me la vuelve a poner delante cuando ya creía haberla evitado, lo que me lleva a pensar que hasta que no supere esta prueba no podré pasar a la siguiente fase del juego.
En fin, el viernes a más tardar lo sabremos todo. Mientras tanto, seguiré barriendo sin descanso y repitiéndome a mí misma mi frase favorita:
Per aspera ad astra!
domingo, 15 de abril de 2012
I was a-trembling because I’d got to decide, forever, betwixt two things, and I knowed it. (...) and then says to myself ‘All right then, I’ll go to hell.’
Creo que hay que ser muy valiente para ir al Infierno por aquello en lo que creemos y amamos, o, lo que es lo mismo, dejar de seguir el camino trazado de la moralidad, ética y las leyes y reinventarlo todo, caminando por selvas espesas y no siempre de fácil acceso, siguiendo las voces que gritan en nuestro interior pero que nadie más puede escuchar.
En ese sentido admiro mucho más al niño vagabundo, despreciado, incomprendido y maltratado, que aún así sabe amar, que a su imaginativo y en ocasiones cruel amigo, que aún no parece haber entendido algo muy importante: cuando te disparas, sangras.
Pero yo también quiero irme a tierras salvajes y huír de la bienintencionada custodia de los que no saben contar más que las historias que ya están escritas en un único libro... ¡puede que cuándo menos os lo esperéis lo haga!
viernes, 13 de abril de 2012
Well I tripped, I fell down naked
Well I scratched my knees, they bled
Sew up my eyes, need no more
In our game there is no score
Forgive me father, why should you bother?
Try honesty, Try honesty
Está claro. A veces es necesario arrancarse el corazón para poder mirar con ojos vacíos y una sonrisa afilada al resto del mundo. O quizá debo recordar que no estoy sola. Que en mi karma de este año, ha quedado claro que todo debe de ser una fiesta. ¿Os lo imagináis? Una alegre y colorida fiesta a la que todos estáis invitados, la música suena, la comida regala su olor, y un sentimiento de hermanamiento general empapa el ambiente... Porque la generosidad de un corazón, queridas, queridos, puede llegar a abarcar el universo entero -y en este caso es el mío.
jueves, 12 de abril de 2012
miércoles, 11 de abril de 2012
-Sabes que a mí me encanta mi carrera, que de verdad me interesa y me esfuerzo por mejorar porque yo quiero llegar a ser una informática competente. Pero vaya, si alguna vez estoy estudiando y me apetece jugar al Dragon Age, aunque ya me lo haya pasado como mil veces, pues lo dejo todo, ya lo creo que sí, y me pongo a jugar y...
Entonces fue como vi desvanecerse un mito ante mis ojos. Entendedme, yo hasta entonces pensaba que los ciencias, pese a tenerse ganadito el Infierno, eran más o menos respetables...
Por eso la tiré a la fuente.
Informáticos.
No diré más.
miércoles, 4 de abril de 2012
La película que he visto hace poco es Albert Nobbs. Cuando vi el cartel me gustó, aunque leí las críticas y decían que era poco ruido pero pocas nueces. En cualquier caso, ver a Glenn Close, seductora protagonista de las Amistades Peligrosas, vestida de hombre, era algo que me llenaba de curiosidad, y además, salían las calles de mi querido Dublín así que fui a verla con muchas ganas.
Glenn Close como la marquesa de Merteuil en Las Amistades Peligrosas.
Me sorprendió gratamente, es más, me encantó. Para empezar, está el guión, muy cuidado (era de esperar, la película está basada en una obra de teatro) y que dibuja unos personajes bastante creíbles y un/una protagonista (no sabría si referirme a ella/él en femenino o masculino) sencillamente genial. Claro que quizá los haya que piensen que la película es lenta y pueda hacerse aburrida, o que la historia no avance al trepidante ritmo al que Hollywood nos tiene acostumbrados, pero qué queréis que os diga, son posibles defectos que yo ni siquiera noté mientras la veía. Aunque eso sí, me encanta el teatro.
La acción sucede en el Dublín del s.XIX, hambruna y tifus. El escenario principal es un hotel -un hotel a la antigua usanza, reservado exclusivamente para la aristocracia inglesa-, dejo caer el detalle porque a mí me costó darme cuenta.
Los personajes, como ya he dicho, son bastante interesantes. Destacan entre el elenco Mia Wasikowska, la actriz que hacía de Alicia en la película dirigida de Tim Burton (y cuya opinión sobre la misma me reservaré). He de decir que después de verla aquí y en Jane Eyre, otra película estrenada hace poco, la considero una actriz de pies a cabeza. Sus personajes en estos dos films no podrían ser más diferentes, la noche y el día, pero ella los borda.
Por otro lado tenemos a su compañero masculino, Aaron Johnson. Al principio me gustaba, porque me alegraba la vista y otras muchas cosas, pero luego -el destino es cruel- le fui cogiendo tirria, aunque no diré por qué.
Reconozcámoslo, la gorrita y el pañuelo a lo inmigrante irlandés le sientan bien...
Y cómo no mencionar la aparición estelar del guapísimo Jonathan Rhys Meyers, sobre todo en el baile de Carnaval... inolvidable sería el adjetivo que mejor la define, sin duda.
Finalmente Glenn Close. Su personaje, que da título a esta historia, Albert Nobbs, me pareció genial. La historia de la mujer que se viste de hombre se ha visto ya en varias películas, y suele ser por necesidad, como es el caso de Yentel, Osama o Mulán.
Yentel tiene que hacerse pasar por hombre para poder seguir estudiando,
en esta película-musical que es todo un clásico.
La guerra es dura para los hombres, pero para las mujeres es
aún peor, por eso Osama se viste de chico en Afganistán, en una película
tan interesante como dura.
Y el mismo caso, pero ahora de Disney, en una de las pocas
películas de esta factoría que recuerdo me gustaba de niña.
Sin embargo, en este caso el conflicto que esto genera está tratado de una manera mucho más compleja, interesante... realista. Me abrió los ojos ante lo que podría haber sido la suerte de muchas mujeres, no solo en el s.XIX si no a lo largo de toda la historia. Porque una cosa es el sexo, esto no se elige y cada uno nace con lo que le toca, pero otra muy distinta es el género y esto último, a mi modo de ver, te lo impone la sociedad. ¿Por qué no puede una mujer trabajar en lo que desee y ganar lo mismo que un hombre? ¿Por qué no puede vivir sola y ser independiente? ¿Por qué no puede cortejar a otras mujeres e incluso casarse con ellas?
Estas preguntas se plantean en la película y no tienen que ver con una mujer haciéndose pasar por un hombre, sino por un ser humano que trata de hacerse su propio camino, como todos en esta vida. Puede que las preguntas que antes he escrito hayan variado un poco actualmente, pero de alguna manera, yo pienso en cosas parecidas, porque cada vez tengo más claro que por encima de los hombres y las mujeres y sus mil y estudiadas diferencias yo me siento eso, un ser humano.
Y este personaje, Albert Nobbs, es tan tierno, tan inocente, que de verdad sentí pena por él a lo largo de toda la película, aunque también cierto respeto y admiración. Soy de las que piensan que la vida hay que vivirla así, esperando sus cosas buenas. Puede que no todo sea un regalo, pero al menos vale la pena intentar divertirse un poco. Como cuando éramos niños y el mundo existía solo para ser nuestro campo de juegos.
Para las curiosas o los curiosos, aquí dejo el trailer: http://www.youtube.com/watch?v=VSeulZcn3wo
domingo, 1 de abril de 2012
He estado revisando mis notas. El pasado uno de abril me salté las clases, lo recuerdo perfectamente, y me fui al campo a andar, cuaderno en mano. Hacía aún un poco de frío, porque tenía que llevar la chaqueta puesta. Y no había nadie. Era viernes por la mañana... El día anterior yo había visto Winter's Bone , una película que me había gustado bastante pero por otro lado me había dejado un regusto amargo. La verdad, estaba yo melancólica esa día. Y me puse a escribir (aún recuerdo el sonido de los pájaros cantando) hablando de que me encontraba atrapada en mi vida. De que la universidad me gustaba, pero no sabía a dónde me dirigía exactamente, de que las personas que me rodeaban no me acababan de llenar. Acababa de salir de una relación difícil por aquel entonces, una relación que aún tardaría meses en ver morir por completo, y me recuerdo enfadada, casi indignada al respecto... Cómo han cambiado las cosas ahora, cómo y de qué manera.
Ahora mi camino parece más claro, y me alegro al ver que no me equivoqué, pese a lo que parecía al principio. De ese año a este, he aprendido algo muy importante, y se puede resumir en una frase que, ahora que lo pienso, es perfecta para este caso, aunque no sea mía, sino del creador de una de las sagas fantásticas más famosas de la historia:
No es oro todo lo que reluce,
Ni toda la gente errante anda perdida.
A las raíces oscuras
No llega la escarcha.
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