jueves, 5 de enero de 2012
Mi madre esperó a que nos hubiéramos alejado varios metros de la casa. Era una de esas calles semi desiertas, donde solo aparecen aquí y allá las puertas traseras de los locales: cubos de basura, gatos callejeros bebiendo de tetabriks sucios y bolas de polvo.
-Tengo que decírtelo -anunció muy seria. Su voz no auguraba nada bueno. Tras una pausa que no era si no un intensificador del drama que estábamos a punto de vivir, continuó-. Anoche escuché todo lo que hablabas por el skype.
Me detuve. Por un instanté mi cerebro intentó atisbar la conversación que había durado casi tres horas, detalles de comentarios aquí y allá. Pero enseguida me di cuenta de que lo mejor era olvidar lo que allí se había hablado, a altas horas de la madrugada.
Por mi salud cardiaca, y eso.
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1 comentario:
No sé por qué, pero me encanta.
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