domingo, 30 de diciembre de 2012





Hay veces que una escritora se queda sin palabras. Y de ahí viene mi largo silencio. La vida me ha dado nuevos golpes que no esperaba. Soy como un pájaro a punto de levantar el vuelo y de repente descubro que hay tormenta.

Pues tendremos que volar, yo sola conmigo, en tormenta.

Y si el viento nos lleva acá o allá, habrá que dejarse. Pero con los ojos fijos en un horizonte siempre claro. Porque no voy a perder el rumbo.

Ojalá los dioses me den valor. Ahora no está el espíritu de la montaña para inspirar la voluntad en mí, pero al menos que esté el del sol, este que es cálido y benevolente en España.

Y los pájaros.

Con vosotros emigraré hacia tierras mejores.

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