martes, 1 de enero de 2013




Este año no podía haberlo empezado de una mejor manera: derrumbándome. Así que hoy cuando la gente me ve retorcerme por las esquinas piensan que mi dolor de cabeza es por la resaca. Quizá... pero una resaca mental tremenda y devastadora. En fin, que cuando se toca fondo, solo se puede subir hacia arriba, así que bueno, en realidad, si me paro a pensarlo, de aquí a lo que quede solo pueden ir bien las cosas.

El 2012 que ya se ha marchado (¡al fin!) ha sido sin duda el año más duro de mi joven vida. No es que quisiera eliminarlo de mi memoria, porque también ha tenido momentos muy buenos. Pero como dijo Nietzsche, hay que tener cuidado al mirar al Abismo, porque Él también mira dentro de ti, y quien combate sus monstruos puede acabar convirtiéndose en uno más de ellos... Eso es, más o menos, lo que me ha estado pasando. Siempre supe desde muy temprana edad (una revelación, quizá) que aunque tengo una salud de hierro (la verdad sea dicha) lo mío iban a ser los problemas mentales. Porque esta mente creativa hace y deshace, y si le doy el enfoque artístico me libero, pero si no, toda la energía acumulada, estancada, me envenena por dentro.

No puedo estar más triste. Sola en todos los flancos (solos nacemos y solos morimos) con pérdidas personales más que dolorosas este año. Y la incertidumbre como horizonte. Y la libertad de saberme dueña de mi destino (ahora sí) porque la infancia se terminó y soy lo que se dice una adulta. El estar tres meses sola me ha curtido (cómo no te va a curtir la lluvia y el viento de Escocia) pero justo cuando pensaba que era fuerte voy y me derrumbo, totalmente, e incluso arrastrando conmigo a otros a los que no desearía hacer ningún daño. Pero bueno. Dicen que las reacaídas son normales, y lo importante está en levantarse. Me voy a aferrar a ese optimismo que desarrollé mágicamente en Edimburgo, ese hablar con la montaña, ese "algo bueno está por venir, puedo sentirlo" que me salvó en más de una ocasión y me hizo soportar las inclemencias de un tiempo al que no estaba acostumbrada.

Este año solo le pido a los dioses fuerza, mucha fuerza para afrontar mi destino. No sé muy bien lo que he venido a hacer a este mundo. Solo sé que disfruto tanto escribiendo, es la única actividad que me hace sentir en armonía con el cosmos, aunque sea una cursilada lo que acabo de decir. Así que seguiré aferrándome a ese sentimiento (no, no voy a cerrar este blog, y mira que lo pensé, porque en estas semanas se me quitaron las ganas de todo). Y que sean los de arriba los que me señalen el camino, porque mi voluntad está en cumplir ese propósito. Y otro que tengo, ojalá pueda ser una bendición para los que amo. Porque aunque la gente es cruel en ocasiones, y las relaciones te hacen sangrar el alma si no resuelven como en las novelas de Jane Austen, yo sigo con mi empeño de pensar que en la vida lo más importante son las relaciones (incluída la relación con uno mismo). Y no empezar a derrumbarme otra vez, porque cuando lo hago es una espiral de oscuridad infinita en la que todo tiembla, hasta los cimientos del mundo.

En fin, 2012 ha sido el final, con lo que 2013 será el principio.

¡Adelante! Audaces fortuna iuvat.

1 comentario:

zls dijo...

Cultivo una rosa blanca,
en julio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca


Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo
ni cardo ni ortiga cultivo,
cultivo una rosa blanca.
José Martí