Si os fijáis bien se ve la nieve caer... |
Hoy el día no ha podido empezar mejor. Una tonelada de cosas que desempacar... y tras la ventana, la nieve cayendo de la manera más furiosa que pueda imaginarse. ¡Cómo si el día azul de ayer hubiera sido un espejismo, una cruel broma con la que Edimburgo quiso saludarme! Qué queréis que os diga, me sentí timada esta mañana. ¿Dónde estaba el optimismo y los buenos deseos para este año aún tan joven? El cielo gris y la capa de nieve quebradiza que empezaba a formarse en el suelo no auguraban nada bueno...
En el brunch, más de lo mismo. Resulta que la máquina que lava los platos está rota, con lo cual nos vemos forzados a comer con vasos, platos y cuencos de plástico... que eso tiene un pase, pero claro, luego que venga alguien a intentar cortar la carne con ese trozo de plástico con una forma que recuerda vágamente a la de un cuchillo... Misión imposible. Vale más emular a los árabes y todas esas culturas que, tan sabiamente, se limitan a coger la comida con las manos. Y así, a dentelladas, puede una al final comerse el bistec...
Arthur's Seat |
Sin embargo, el contacto humano, como de costumbre, reconforta bastante. Y después de una doble dosis del tan merecido roce con otros compañeros, me he largado a recorrer Edimburgo. Pese a las miradas perplejas de todos los demás, yo me he enfudado mi goretex, mis buenas botas, me he calado la gorra... y allá que me he ido. Ya no nevaba... Pero ha sido una buena oportunidad de lograr una fotos invernales y qaquí tenemospreciosas. Porque tengo la sensación de estar viviendo el primer Invierno (en mayúscula) de mi corta vida.
Arthur's seat en el alegre verano |
Arthur's seat... ahora. |
Claro que estamos en Invierno, y claro, el paisaje actual ha cambiado ligeramente.
El árbol cortado acentúa el aire melancólico... |
Mientras caminaba, hacía un frío tan intenso que regresó una sensación que ya olvidé en España: cuando tienes las manos tan frías que los dedos empiezan a dolerte tanto que parece que se te van a caer. Sin embargo, he de reconocer que sentir el viento helado en las mejillas era de lo más vigorizante. Cuando llegué al centro de los Meadows, me acerqué a la pequeña cafetería que tienen en medio. Obviamente, con el tiempo que había, estaba cerrada. Pero me gustan ese tipo de sitios. Me recuerdan a España, donde las terrazas se estilan tanto (¡hasta en invierno!)
Las mesitas las ponen sobre el cesped... ¡y ale! |
La verdad es que me han encantado los dibujos que tenían pintados sobre las contraventanas cerradas del café. Una mezcla inexplicable de estilo celta-fantástico que me ha dejado fascinada, como quien contempla los cuadros de un particular museo.
¿Alguien me explica por qué crecen los ciervos de la planta? |
Y el cartel que avisaba que en primavera volverían a abrir, pero que mientras dure el invierno las puertas del café permanecerán cerradas, mientras el espíritu de las cosas cálidas permanece dormidito dentro... como el oso en su cueva de la montaña. Además, había otro mensaje escrito al final (¿quizá una nota de esperanza?)
Nuestro miedo más profundo no es ser mediocres. Nuestro miedo más profundo es ser poderosos, más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta. Nos preguntamos: ¿cómo podría yo ser brillante, hermosa, con talento, o maravillosa? Y sin embargo, realmente, ¿qué es lo que no puedes llegar a ser? Eres hija de los dioses. Empequeñecerte no le sirve al mundo. No hay nada de valeroso en arrugarse para evitar que otra gente se sienta insegura a tu lado. Has nacido para manifestar la gloria de los dioses que existe dentro de cada uno de nosotros. No está solo en algunos, sino en TODOS. Y al permitir que nuestra luz brille, inconscientemente le damos permiso a otra gente para hacer lo mismo. Al liberarnos del miedo, nuestra perseverancia automáticamente libera a otros.
-Marianne Williamson- El regreso del Amor.
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