sábado, 2 de febrero de 2013



Ayer volvía por la noche de tai-chi. Estaba muy cansada, con todo el peso de la semana a mis espaldas, pero al mismo tiempo me sentía feliz. Mis planes para el sábado eran despertarme un poco más tarde de lo habitual, ir a la biblioteca a terminar algunos trabajos y avanzar las lecturas, y, finalmente, ir por la tarde a un musical cuya entrada compré hace tiempo.

Pero entonces, mi compañero italiano que casi mide dos metros, me comentó muy ufano que el parte meteorológico había previsto un día maravilloso para hoy... de esos días soleados tan raros en Edimburgos, como un topo albino.

Y, desgraciadamente, (o gracias a los dioses, según se mire) el sol brilla con ganas, la temperatura es agradable y el cielo está tan azul que no parece real. ¿Cómo voy a estudiar con un día así? Lecturas que hacer, artículos que resumir, kanji que repasar... Pero creo que en lugar de eso voy a intentar irme a la playa. O subir al Calton Hill a leer. O pasear por el Jardín Botánico... Que necesito el sol, tras dos semanas de nieve, viento huracanado y casi permanente oscuridad.

Feliz dia del fuego... ¡la primavera ya se asoma tímidamente en en este segundo de febrero!


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