domingo, 3 de febrero de 2013



Y, efectívamente, (como ya anunciaba mi anterior entrada) he aprovechado este maravilloso día de la Candelaria para salir a pasear.

En un principio no tenía pensado ningún destino: mi único objetivo era absorver todo el sol posible. Pero finalmente mis pasos me han llevado hasta un lugar que es de mis favoritos en Edimburgo (el hecho de que siempre lo visite en días soleados también influye). Estoy hablando del jardín botánico.

Está un poco lejos de donde yo vivo, a una hora caminando aproximádamente. Todo el mundo coge el autobús para ir, pero es que a mí me encanta andar. Recorrer las calles, empaparse de su esencia, irse fijando en las tiendas y la gente... me encanta. ¿Qué importa que el destino quede lejos cuando también puedo disfrutar el viaje?

La primera mitad del camino es por Old Town, pero la segunda consiste en adentrarme en New Town. Me encanta New Town con sus casas elegantes y misteriosas. Me gusta ir mirándolo todo. Como el estudiante desgarbado y con la cara picada de acné, que llevaba un uniforme de algún colegio privado y se ha metido en uno de los lujosos portales...

También me parecen muy interesantes y misteriosos los pìsos bajos de estos edificios victorianos. Están al nivel del sótano, por lo que, a pesar de tener amplios ventanales, no creo que llegue mucha luz, y eso debe ser bastante triste. Sin embargo me gustan los pequeños jardincitos que tienen, llenos de plantas, pequeñas estatuas... ¿Cómo debe de ser vivir en pleno corazón de Edimburgo?

Además, la calle que baja hacia el jardín botánico (es una cuesta bastante pronunciada, y luego a la vuelta, cuando hay que subirla, parece el doble de larga) está plagada de anticuarios. Me gusta mirar los escaparates, que tienen todo tipo de cosas extravagantes. Como un cuadro roto ('damaged', pone en la etiqueta, con lo que no es muy caro) de una pintura al óleo que representa a una hermosa hada rodeada de mariposas... El dibujo es muy bello, pero se puede ver las zonas donde alguien lo ha pegado. ¿Quién habría quebrado una obra tan bonita como esa? ¿Habrá sido un accidente? ¿Y quién querría colgar un cuadro roto en su casa?



Finalmente he llegado al jardín. Pasear entre los árboles es tan hermoso... Cada vez que los veo tan cerca recuerdo que son seres vivos. A menudo se me olvida. En la ciudad, entre el asfalto, el humo y la suciedad, los árboles son un apéndice más de la agresiva estructura industrial. Pero entre el verdor puedo sentir su esencia de una manera muy poderosa. Todo me parece limpio, puro, armónico. Tierra húmeda, plantas, piedras. Antiguas y silenciosas. Llenas de misterios.



Los árboles parecen tener carácter. Unos me transmiten melancolía, otros me parece que estén enfadados, los hay que parecen un completo lío, como es mi cabeza en estos últimos meses. Ahora que aún es invierno están desnudos. La hierba siempre está verde, pero los árboles, que se nutren de ella, parecen tan melancólicos sin el verde de las hojas. Mueren en cada otoño para renacer en primavera. ¿No es este el Misterio de Jesús en la religión cristiana, aquel de la resurrección? Una historia que se cuenta también en muchas religiones... Y mira por donde, son los árboles los que lo llevan a cabo cada año.



Pasear entre ellos me ha recordado a Phantastes, la última novela escocesa que he tenido que leerme. Está escrita por George Macdonald, que era amigo de Lewis Carroll y C.S. Lewis (Los autores de Alicia en el país de las maravillas y Narnia respectívamente). Su historia es una mezcla de lo que estos dos autores escribieron posteriormente. Su protagonista, Anodos, es un chico de veintiun años que viaja al Otro Lado y allí corre toda clase de aventuras con las hadas y seres sobrenaturales. Una de las cosas que más me gusto de este libro es que todos los árboles tienen espíritu y pueden adquirir una apariencia humana. Algunos son buenos, como la Mujer-Haya, pero otros son peligrosos, como el Hombre-Fresno, que persigue al protagonista para matarlo. Según la Mujer-Haya esto se debe aque el Fresno tiene un vacío en su interior que solo puede llenar con la muerte. ¿No es ciertamente terrorífico?

También yo he visto cosas maravillosas en este viaje entre los árboles... Sobre todo cuando, ansiosa, me he acercado a ellos para tratar de descubrir si las primeras yemas (hojitas tiernas) empezaban a salir ya por las ramas... ¡Y así es! Tímidamente, la primavera empieza a abrirse camino, y eso es maravilloso, porque quiere decir que poco a poco todos vamos saliendo del letargo del invierno. Primero las hojas caídas, luego la escarcha.. pero el dolor habrá sido el abono de las alegrías y experiencias positivas que han de venir después.






Pero no todo han sido las plantas. También me he encontrado con unos amigos que hacía tiempo que no veía, sobre todo desde que las nieves se cirnieron amenazantes sobre la ciudad.







Y además, hoy eran ya las cinco de la tarde y aún había algo de luz... me siento bendecida.

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