En los días de sol, los secretos de Londres permanecen ciegos y entonces la metrópolis, capital del Imperio, se presenta brillante y lustrosa. Engalanada con un río Tamésis reluciente y el edificio enorme del Parlamento -en contraste con el pequeño y casi modesto Buckinham Palace y sus soldados de juguete- la ciudad te enreda entre sus calles. Primero se baja hasta Hyde Park. Luego por St James Street se llega hasta Trafalgar Square y desde alli hasta el exotismo de China Town y la lujuria del Soho. La nariz y las mejillas coloradas por el frío. Pero en el corazón permanecen grabadas las palabras de Wordsworth. Earth hath not anything to show more fair...
martes, 19 de febrero de 2013
En los días de sol, los secretos de Londres permanecen ciegos y entonces la metrópolis, capital del Imperio, se presenta brillante y lustrosa. Engalanada con un río Tamésis reluciente y el edificio enorme del Parlamento -en contraste con el pequeño y casi modesto Buckinham Palace y sus soldados de juguete- la ciudad te enreda entre sus calles. Primero se baja hasta Hyde Park. Luego por St James Street se llega hasta Trafalgar Square y desde alli hasta el exotismo de China Town y la lujuria del Soho. La nariz y las mejillas coloradas por el frío. Pero en el corazón permanecen grabadas las palabras de Wordsworth. Earth hath not anything to show more fair...
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