La nieve y el
frío obligan a buscar refugio entre cuatro paredes y un techo. Pero en el caso
de la capital Albión –que se note
aquí que soy estudiante de Literatura Escocesa, faltaría más- esto más que una
maldición es una bendición. Y es que hay tanto que descubrir dentro de esta
ciudad…
Hoy le ha tocado
el turno a un museo que nunca me había llamado la atención por tener un nombre
real. Que los dioses me perdonen, no le tengo ninguna estima a la monarquía,
provenga de provenga. No es que tenga un problema con el concepto en sí o las
personalidades que lo encarnan. De hecho, me encanta por ejemplo la leyenda
artúrica. Pero en pasado y fantasía, por favor, no en la realidad. No en un
mundo regulado por ciertos derechos humanos (no los escribí yo, por cierto) que
afirma que todo hombre y mujer es igual por nacimiento. Ahí lo dejo.
Pero el Albert
Royal Museum poco recuerda al consorte de la hermosa (nótese la ironía) reina Victoria. El edificio es de una
majestuosidad impresionante. Galerías con techos de madera tallada, caprichosas
formas en cristal, mosaicos, bóvedas, pinturas, mármol y alabastro… hay para
todos los gustos.
De alguna manera
parece que compite con el archiconocido British Museum, porque lo que muestra es
a grandes rasgos lo mismo: piezas pertenecientes a diferentes épocas y lugares.
Pero –o me lo parece a mí- este que he visto hoy intenta ser más exclusivo.
Menos impresionante, sí –porque la impresión que da ver a un hombre de hace
miles de años muerto y conservado delante de una, con carne y pelo, y encima
descuartizado salvajemente, es difícil de igualar- pero más selectivo. Más… ¿real?
Sin embargo,
tras haber visitado la sección de Japón, China, Corea, y la época Medieval y
Renacentista (todo piezas del Mediterráneo, Italia y España mayoritariamente,
en ocasiones puertas o fachadas enteras… ya puedo imaginármelos en su tiempo esto me lo quedo, y ale, al barco y para
las Islas Británicas) me ha dado por reflexionar.
¿Dónde está la
cultura Inglesa? Que no Escocesa o Norirlandesa, que estos dos sitios los
conozco y tienen una cultura y un sabor propios. En todos los museos que he
visitado hasta ahora, en sus salas (las que me ha dado tiempo a ver, porque los
grandes museos aquí son interminables) siempre brillan los objetos del expolio.
Eso es precisamente lo que pienso cuando veo una estatua egipcia o una cerámica
china. Expolio. O en el mejor de los casos, comercio. Pero de la cultura puramente
inglesa solo recuerdo haber visto algunas piedras prehistóricas y poco más. Si
hasta los artistas que pintaban a los Tudor eran italianos…
¿Vendrá de ahí
la sed imperialista de los británicos? Anexionando Irlanda, Escocia y luego
pedazos del mundo más lejano. Que no tendrán un Da Vinci, pero armada naval esa
sí la tenían bien hermosa, España pudo comprobarlo de primera mano en la
Batalla de Trafalgar, por ejemplo. Así que con esos enormes barcos atacaban
naciones y luego se llevaban las fachadas de sus edificios. Para acabar exhibiéndolas
en el Museo Británico. Porque eso sí,
aquí el orgullo nacional es del tipo isleño, esto es, receloso de todo lo que
venga de fuera, porque el Hogar es un pedacito de tierra flotando en un mar
inmenso que hay que defender como sea. Los países isla son como los hijos
únicos… poco acostumbrado a lidiar constantemente con la competencia de los
hermanos, luego se ponen a la defensiva
ante cualquier acercamiento. Con lo bonito que es ser del género humano y poder
considerar la Tierra como patria…
1 comentario:
Bravo! Por tu deseo de eliminar los puntos y las rayas de los mapas.
Publicar un comentario