domingo, 5 de diciembre de 2010





Bueno, lo siento, tengo que escribir sobre esto.

Soy la persona más contradictoria del mundo. He vivido buena parte de mi tiempo en la incertidumbre, los cambios, lo incierto.

Hubo cierta época de mi vida en la que un día era el principio y el final de todo, y el mañana, ¿qué era el mañana? Ese concepto ni siquiera existía. Porque mañana puede que hubiera muerto, que no quedara ni el polvo de mis huesos.

Mañana...


Vivía al borde de todo. Si no lo coges hoy, otro lo cogerá por ti. ¡Apresúrate! ¿Qué más da lo que pueda ser, si ni siquiera sabes si tú serás dentro de unos momentos?


¿Orden? ¿Mi vida alguna vez tuvo orden? Desde los ocho años hacía lo que me venía en gana. ¿Normas? De los diez a los once no pisé ni un centro educativo, me dediqué a recorrer en soledad los recovecos verdes y húmedos de un país desconocido. Vengo y voy, cuando quiero y como quiero. A los once trataron de inculcarme algún sentido del orden, pero fue un gran reto. Con la costumbre de arreglármelas por mi cuenta, aunque no doy trabajo, si disgustos a las personas sensibles. Mi educación es implacable, pero mi obediencia brilla por su ausencia.

Así fue.

Sin embargo, esto no es siempre agradable. La soledad, el dolor, el no eres nada y por eso te trato como basura, la falta de respeto, la sensibilidad, los sueños... Un terror empezó a creer en mí. El terror de ver como todo, en una espiral de colores, me envuelve, se lleva mi fuerza, mi esencia, los placeres, todo, me lo arranca y se va... Un huracán terrible, que me estremece y me mata. Miedo de ver como todo se va, como todos se van... Miedo de perderme...

Y entonces todo se invirtió. Yo no quería acabar como la persona que más me importa, así que decidí controlar mi vida. CONTROLAR. Y ahora estoy en la trampa de mi propio intelecto. Me ha esclavizado mi inteligencia, los horarios que he creado para que nada escape.

¿Quién iba a creerlo?

Una hora para despertar, otra para desayunar, otra para hacer el ejercicio, otra para hacer las tareas, otra para preparar la comida, otra para divertirme, otra....

Mi vida es una cárcel, no puedo vivir en ella, pero tampoco fuera de ella, porque me aterroriza la soledad, el miedo... De alguna manera, hay algo dentro de mi que me dice que si alcanzo la perfección en ese ámbito, en el ámbito de la rectitud y la perfección a nivel intelectual, por lo menos no cederé a la locura.

Y pierdo mi libertad. Y pierdo mi libertad. Y pierdo mi libertad.
















Ahora creo que sí me voy a dar a la locura.

2 comentarios:

Mew dijo...

La disciplina es un estado personal difícil. Si lo tienes, a la larga te dará la impresión de vivir en un bucle infinito que se repite día tras día. Si no lo tienes, te dará la impresión de caminar siempre al borde del caos. ¿Es que no hay un punto medio? Tengo la sensación de que no. Pero, a pesar de pensar que no hay un punto medio en el que vivir, sí que creo que podemos hacer uso de la disciplina sobre nosotros mismos cuando la necesitemos.

Los seres humanos necesitamos cierto margen para llevar a cabo nuestras acciones sin sentir la llamada de la conciencia por estar saltándonos el... "horario de la rutina". Así que, simplemente, hemos de forzarnos a encajar ese horario cuando realmente lo necesitemos de verdad. ¿Por qué? Por una cuestión de prioridades en la que la máxima meta a alcanzar en la vida de cada uno sea el aliciente que impulse el control sobre uno mismo. Es un estado en el que no terminamos de ser del todo nosotros, pero es incuestionable que necesitamos utilizarlo para poder alcanzar nuestros sueños y traerlos al plano de la realidad.

No hay que temer vivir en el caos. Lo que realmente hay que temer es vivir en él sin la capacidad para activar el control de vez en cuando. La libertad no se alcanza o se pierde por el entorno, las acciones, las reglas o las imposiciones. La libertad se rompe y se pierde en la mente. Y ese lugar está vedado a todo ser ajeno que no sea uno mismo.

Annell dijo...

Dame nueve meses hasta que esté en Madrid y te enseñaré a dejarte llevar dentro de los límites que tú te marques.

Porque un bonito recuerdo no, pero de la anorexia sacas algunas conclusiones sobre cómo quieres vivir tu vida xD Yo también llevaba un orden enfermizo, las calorías que podía comer al día repartidas en diferentes horas, las horas que podía estar sentada, las que podía estar corriendo... Y eso no es vida. Créeme cuando te digo que te entiendo.

Y créeme cuando te digo que te ayudaré! -w-

<3