domingo, 16 de septiembre de 2012




Hoy me padre se ha marchado. Es curioso, porque cuando tuve que despedirme de mi madre y de mi hermana no lloré, de hecho, no he derramado ni una sola lágrima en ninguna de las muchas despedidas que he tenido que afrontar antes de irme a tierras escocesas. Y sin embargo hoy, a eso de las tres y media de la tarde, he tenido que tragarme lágrimas (pese a lo tentador que resultaba echarse a llorar como una magdalena y así vaciarme entera) y arrastrar por medio Edimburgo una maleta negra que pesaba más de lo que su pequeño tamaño pudiera sugerir.

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