miércoles, 6 de octubre de 2010






Este verano, la vida me enseñó dos lecciones muy duras.


Una de ellas aún no le he acabado de entender, pero, os lo aseguro,


estoy en el proceso.



La otra, sin embargo, caló muy hondo en mí,

(mierda, ya lo creo que sí, os aseguro que fue como un puñal de hierro candente clavándose en mi estómago)

la soledad.




Da miedo, ¿eh? Creo que es lo que más aterroriza, y si no me creéis, si pensáis

bueno, mejor sólo que mal acompañado (lo cual es cierto, pero

como el veneno no es aconsejable en grandes dosis)

reflexionad un momento e imaginad qué demonios haríais con vuestra vida de estar

SOLOS



bueno, yo tengo la respuesta, y es fácil, seres como nosotros que han vivido ya

en eso que llaman civilización probablemente enloquecerían y si no,

acabarían entregados a una dolorosa existencia

(si, ya sé que está Robinson Crusoe allá perdido en su isla, tan tranquilo, pero

recordad que fue creado por Defoe, autor cristiano que no creía en el suicidio...)



Bueno, yo no estoy hablando de soledad absoluta

(no pretendo atribuirme mérito alguno, realmente)

pero sí de una ruptura importante, los únicos lazos que me unían a mis raíces,

a la tierra que me crío, el calor de unos brazos, mis ideales, mi...


mi legado, sí, lo he perdido, ¿entendéis?


la roca a la que aferrarme, aquello que siempre debe prevalecer, lo que me alejaba de mis pesadillas, despareció


desapareció,


desapareció.







Por un momento creí enloquecer y el mundo se derrumbo.



¿Dolor?






Pero después...



















¡Después me di cuenta de que era libre!









Libertad.

(En toda su desgarradora tristeza y bendito alivio...)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, creo que nos parecemos más de lo que creemos (sí, sin siquiera conocernos de nada, así, de repente ._.)
Este verano reálmente ha sido uno de los peores... pero no solo para mí! Tan solo he visto dolor en mucha gente querida, y no un dolor cualquiera, un dolor a grandes dosis. ¿Sabes? Yo también he sentido parte de lo que escribes, y todo se resume al final de Agosto sobre todo. La diferencia es que se podría decir que todo se arregló más o menos al final, sin siquiera esperarlo...
Pero lo que es sentirte sola y pensar que lo vas a estar, y después de reflexionar durante días y entender que todo es así porque debe serlo, y sentir no tener responsabilidades con nadie... era liberante! (a la par que enfermizo, la verdad. Porque ¿qué persona prefiere asimilar todo eso a estar rodeado de AMIGOS?) Y cuando menos lo esperaba y además sin quererlo (literalmente) todo se volvió de repente.
Verdaderamente no sé si aprendí algo de esa experiencia, supongo que lo que debería haber aprendido es a no rendirse antes de tiempo...
Es verdad que todo siempre puede ir a peor, pero creeme, también puede mejorar :)

Un beso :D

Anónimo dijo...

Por una parte, tienes toda la razón, la soledad suele implicar libertad, pero es tan mala la soledad...el sentirse solo estando rodeado de gente, por ejemplo...
No sé, soy de veras un ser social, quizás en exceso...y si, me gusta tener mi huequecito, mi lugar para mi sola, pero no aguantaría mucho si eso se prolongase demasiado :S